10 de diciembre de 2009

Una peli: Ágora (2009)

8,5/10

"La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio."
(1ª epístola de San Pablo a Timoteo)


Esta rotunda sentencia, inspirada por Dios mismo, marca el devenir de Hipatia de Alejandría, matemática y astrónoma que vivió entre los siglos IV y V de nuestra era, según se nos cuenta en esta superproducción española fruto de la mano mágica del oscarizado Alejandro Amenábar, a quien a estas alturas podemos considerar como el Steven Spielberg patrio.

El siglo IV dc. fue probablemente uno de los más convulsos de la historia marcado, sobre todo, por un acontecimiento que marcaría el futuro de gran parte de la civilización: el definitivo establecimiento, en el seno del poderoso pero decadente Imperio Romano, de lo que hasta hacía poco había sido un vástago del judaísmo, convertido en una nueva y pujante religión: el cristianismo. Los hitos decisivos en la eclosión de la flamante creencia tienen un marcado acento político y se cimientan a golpe de Edictos Imperiales: el de Milán, promulgado por Constantino en 313, que establecía la libertad de culto, y el de Tesalónica (380) por el que el emperador Teodosio imponía el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano.

Esta oficialización del cristianismo, en lugar de traer paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, dio vida a un monstruo abominable cuya principal arma era la intolerancia. La nueva y poderosa religión no solo emprendió una feroz persecución contra todos los cultos paganos que poblaban el panorama religioso del Imperio, sino que dio lugar a una despiadada lucha sin cuartel entre acólitos de las diferentes y numerosas interpretaciones del mensaje que Jesús de Nazaret había, supuestamente, dado a los hombres casi cuatro siglos antes. Es, sin duda, la cara oscura de un movimiento que sin embargo, y hay que decirlo, tiene en la ayuda a los más necesitados su expresión más positiva, como es fácilmente comprobable. Es decir, el hecho religioso es capaz de lo mejor y de lo peor. Como la Humanidad misma, vamos.

Pero no nos adentremos en el terreno religioso, que me conozco, y de lo que se trata es de hacer un comentario sobre esta notable película, magníficamente trabajada en todos sus aspectos, aunque también con sus pequeñas taras. Entre los primeros, destacaría la historia en sí misma, ya que Amenábar aprovecha el hecho de que la vida de Hipatia está más o menos bien documentada para diseñar un guión homogéneo y bien tratado, donde los personajes desarrollan sus roles eficazmente, destacando el trabajo de la hermosa Rachel Weisz, en su papel de icono cultural enfrentado al deshumanizado fanatismo imperante. Magnífico su aspecto helénico, propiciado por una suave palidez y dosis muy justas de maquillaje. Ahí están también los personajes que interpretan los papeles más intolerantes – Amonio, Cirilo -, así como el esclavo Davo, paradigma del que, en tiempos de división, se pierde entre dos mundos.

En el aspecto visual, Ágora deslumbra. Las escenas desde el aire de Alejandría están magníficamente conseguidas, con esporádicas imágenes de la Tierra vista desde el espacio, oportuno guiño a la pasión de Hipatia por el movimiento de nuestro planeta, llegando a presuponer, según la película, la forma elíptica de su órbita, algo que no fue confirmado sino por Johannes Kepler ¡unos doce siglos más tarde! Los decorados son también realmente notables, aunque no pueden escapar de una cierta pátina a cartón piedra que estropea un poco el asunto. Y es que ya comenté que Ágora presenta muchos pros, pero también algún pequeño contra. Otro sería la sensación de que a la narración le falta algo de profundidad, de que la historia resulta a veces algo “plana”, cosa bastante común en las superproducciones.

Resumiendo, a mí me ha encantado Ágora. Radico su principal valor en el hecho de transmitir al gran público el conocimiento de un personaje y una época sin duda singulares, y de unos valores culturales que son, ni más ni menos, que aquellos “hombros de gigantes” a los que se refirió Newton cuando intentaba explicar a qué debía gran parte de sus grandiosos descubrimientos. Por cierto, que mientras escribo estas torpes líneas, tengo de fondo parte de la banda sonora de la película, y hay que ver lo bien que le queda al texto cuando lo releo. Vaya paranoia, que sin embargo me anima a poner un trailer cortito.


4 de noviembre de 2009

Un disco - Alestorm - Black Sails at Midnight (2009)

9'5/10



Imaginad que estáis en una taberna de Maracaibo, Puerto Príncipe o algún otro puerto importante del Caribe. Estamos en el siglo XVIII, es de noche y el garito está repleto de tipos con mala pinta que vociferan blasfemias, escupen maldiciones y entonan canciones de expolios y asesinatos, entre jarras de ron y otros vapores. Pues ése es el ambiente al que nos traslada este inmenso disco de un grupo divertido y feroz. Alestorm son ya, por derecho propio y con permiso de Running Wild, los auténticos Piratas del Heavy Metal.

Originarios de Escocia, lo que ya garantiza una clara predisposición al culto cervecero, Alestorm practican un Folk Metal con toques épico-festivo-grandilocuentes, que pegarían perfectamente en cualquier película de aventuras, especialmente en las que tendrían como protagonistas a esos lobos de mar que amargaron la existencia al comercio marino hace dos o tres siglos. Podríamos decir que no tienen nada que ver con la ya pesadísima trilogía de Piratas del Caribe pero, viendo la portada del disco, hay que reconocer que aunque un poco tarde, han aprovechado bastante el tirón de esas películas.

La característica principal de este disco es que te llena de optimismo y ganas de pegar botes sin cesar. La dinámica es festivamente tabernera, lo que se traduce en temas rápidos y a la vez contundentes, capaces de dejar exhausto al más pintado, porque los conciertos de estos highlanders tienen que ser de echar hasta la última gota de sudor acervezado. Por si fuera poco, las composiciones tienen verdadera calidad, con riffs demoledores y partes intermedias melódicas y majestuosas, amén de algún que otro buen solo de guitarra, destacando, sin lugar a dudas, la labor de Chistopher Bowes, frontman, teclista y principal compositor. Decir que el colega canta sería mucho decir, pues su garganta parece el resultado de haber dejado las cuerdas vocales remojando en ron: una voz rota y apagada, que llega con dificultad a los tonos más altos, pero que encaja a la perfección tanto con la música como con el ambiente pendenciero que transmite el grupo. El resto de la banda cumple a la perfección.

Así, entre himnos taberneros e impronta barriobajera, transcurren los diez temas de este Black sails at midnight, segundo disco de su carrera, donde no dejan atrás ninguno de los tópicos relacionados con la piratería clásica: mapas del tesoro, borracheras de ron y venganzas. Y como después de tanta sangre y depravación hay que terminar la fiesta como es debido, pues ahí van los tíos y cierran el disco con una versión de Wolves of the sea, tema que representó a Letonia el pasado año en Eurovisión, ideal para acompañar la ingesta de jarras de cerveza a pelo y de un tirón. Por cierto, que si buscáis en You tube podréis oír ambas versiones, y comprobar que a veces el cover supera en mucho al original. La edición del disco que pirateé (jeje) tiene dos temas más, que a decir verdad tampoco aportan mucho al álbum. Ni falta que le hace.

Un discazo increíble con el que me lo paso genial, de ahí la altísima nota -no es un 10 por algún temilla que se queda pelín atrás- que retrata a esta banda como muy a tener en cuenta en el futuro y de la que, por supuesto, aporto documento audiovisual (oich!). Se trata del tema Keelhauled –“pasado por la quilla”, entiendo yo-, canción sencillota pero enormemente adictiva y estimulante. ¡Al abordajeeeerrr!




17 de octubre de 2009

VideoLink: Por la misma cara

James Kuhn se define a sí mismo como "un artista, drag queen y ex-nudista, nacido de nuevo cristiano". Adora pintar sobre cualquier superficie, así que un día descubrió una que le pilla muy cerquita: su propio rostro.
Nada mejor para entender lo que digo que echarle un vistazo a este par de vídeos, dejar caer lentamente el labio de abajo y liberar alguna que otra baba colgante. En el primero de ellos veremos un rosario de personajes generados por su prodigiosa imaginación, cuyos trazos se adaptan a la cara del artista con una precisión -y un resultado- increíbles. En el de más abajo veremos a los miembros de la banda Kiss acomodándose en los plieges del inquieto rostro del artista.
Reconozco que el arte moderno no es mi fuerte. Nunca le he encontrado parangón con el clásico, capaz de mostrar lo real -y también lo irreal- de forma impactante. Pero con cosas como esta me pregunto si la genialidad humana tiene algún tipo de límite.




Una peli: Déjame entrar (2008)

8/10

Extraña y nada típica película sueca que cuenta la historia de Oskar, un reblanquecido crío de 12 años que vive una existencia complicada: al trauma de la separación de sus padres se suma el acoso escolar al que le someten unos malvados compañeros de clase –bullying, que diría un enteraíllo-. Oskar pasa la mayor parte del tiempo jugando solo e imaginando venganzas para aquellos que lo maltratan. Un día conoce a su nueva vecina, Eli, una chica de su misma edad y de enigmática palidez, a la que no parece afectarle el intenso frío de las noches suecas. Los dos entablan una extraña relación, que se intensifica conforme se va desvelando el terrible secreto que la chica guarda: es un vampiro -o una vampira, que diría nuestra Ministra- y como tal, necesita su buen lingotazo diario de sangre fresca.

El vampiro es, sin lugar a dudas, el monstruo de más largo recorrido de todos los que componen la lista de personajes habitual del cine de terror. Mientras el Hombre lobo, Frankenstein y la Momia se han ido quedando en el camino, apenas experimentando alguna evolución, el vampirismo ha ido transformándose con el tiempo, desde aquel horrendo Nosferatu de los años 20 al vampiro metrosexual de las últimas entregas, pasando por el clásico de capa y pico de viuda tipo Christopher Lee o el superhéroe de Blade. Con Déjame entrar les llega el turno a los niños, a salvo hasta ahora, que yo sepa, de la enfermiza sed de sangre humana.

Estamos ante una película que ha cosechado premios y aluviones de elogios allá donde ha ido. Una excelente fotografía traslada al espectador al ambiente gélido y tétrico del invierno sueco, conformando imágenes de edificios de clase trabajadora rodeados de nieve, con soledad casi absoluta en las calles, poca comunicación y aislamiento existencial. Pero no es sólo el ambiente lo que contribuye a provocar la sensación de frío glacial. El ritmo es pausado y sosegado, pero sin caer en ningún momento en la monotonía. Las estridencias brillan por su ausencia, incluso en los pasajes donde la sangre y la violencia son las protagonistas.

Aunque está etiquetada como película de terror, no es éste el aspecto principal que caracteriza a este trabajo. Su punto fuerte se encuentra en la relación que mantienen sus dos jóvenes protagonistas, quienes bordan su papel de forma antológica. Hace poco leí por ahí que, o ambos tienen en la vida real unos caracteres parecidos a los que interpretan en la película, o han clavado sus interpretaciones, dotándolas de una profundidad subliminal a base de miradas y silencios, a menudo mucho más expresivos y sugerentes que la mayoría de sus conversaciones. Aunque también es cierto que, gracias a Españoles por el mundo – Estocolmo, sabemos que los suecos son más fríos y distantes que el Círculo polar ártico que tan cerquita les queda.

Son precisamente esas características las que hacen de Déjame entrar una película diferente y con una marcada personalidad propia. La mezcla de maldad e inocencia está eficazmente tratada y aunque, como ya he comentado, no está exenta de sangre y violencia, el hecho de que siendo una peli de vampiros no veamos ni un solo colmillo es bastante significativo. También contribuye a la peculiaridad de este trabajo cierto regustillo retro, como de años 80 ó incluso 70, así como el hecho de que se trata de un producto de bajo coste –obsérvense los créditos, blanco sobre negro y punto-.

Como muy bien dice Guillermo del Toro, Déjame entrar es “un cuento de hadas glacial, delicado, atormentado y poético”, lo que define a la perfección a esta pequeña joya nórdica, de la que he quedado en buena medida subyugado.
Iba a poner el trailer original, pero he encontrado este, que expresa mucho mejor lo que decía de la extraña relación entre los dos críos. Miradlo y decidme si no es verdad que esta peli tiene una pinta tan rara como atractiva.


3 de septiembre de 2009

VídeoLink: ¡é oíto, alolo!..

...que traducido resulta, en el idioma de los adultos, ¡qué bonito, Manolo! Me lo dijo mi sobrinita cuando, el otro día, jugaba con unos cromos de La Cenicienta que le había comprado. Ni que decir tiene que el subidón emotivo, aparte de las risas, fue inmediato. Se me vino a la cabeza cuando ví esta pequeña maravilla.

Cloudy es su título, aunque en otros sitios viene como Partly Cloudy (parcialmente nublado), y se trata de un pequeño corto que se está emitiendo previamente a Up, la última entrega de esa fábrica de magia que es Pixar. ¡Preparad vuestras risas y lagrimitas!

(Le salen enlaces publicitarios en la parte de abajo. Estamos haciendo un concurso para ver quién los cierra antes.)

2 de septiembre de 2009

Un libro: Historia del Tiempo - Stephen Hawking (1988)

7/10

Supongo que a estas alturas todo el mundo conoce a Stephen Hawking, aunque solo sea por las dramáticas circunstancias relacionadas con su salud. Incrustado en una silla de ruedas, cada vez más esquelético y comunicándose a través de un ordenador que convierte en mecánica voz lo que escribe con los tres únicos dedos que puede mover. Son las consecuencias de una caprichosa y cruel jugarreta del destino, en forma de terrible enfermedad (Esclerosis lateral amiotrófica), que ataca al sistema neuromuscular, degenerándolo progresivamente y, la mayoría de las veces, acabando con la vida de la desafortunada víctima. Digo cruel porque, por si fuera poco, este mal no ataca las capacidades mentales de quien la padece, con lo que el enfermo permanece totalmente consciente de todo lo que le ocurre; y caprichosa, porque en el caso de S. Hawking ha dejado indemne, por el momento, una de las mentes más preclaras y fascinantes que se han dado en la humanidad. Y es precisamente esa paradójica circunstancia, en la que una mente maravillosa se aloja en un organismo prácticamente muerto, lo que hace de Hawking una singularidad tan fascinante como las que describe en esta su obra, Historia del tiempo (si pulsas aquí, la puedes leer online).

Tengo que empezar diciendo que, siendo las calificaciones que adjudico a lo comentado en este blog subjetivas a más no poder, la que otorgo a Historia del tiempo podría haber sido sustituida fácilmente por un interrogante, y me explico. Dar nota a un libro de esta índole, del que habré entendido no más de un 40 por ciento y del que uno no tiene los elementos de juicio para siquiera tener una opinión formada sobre lo que ha leído, es complicado. No se utiliza una elegante y cautivadora forma de escribir, aunque ésta sí es correcta y eficaz; no se habla de cosas que el lector medio pueda no ya asumir fácilmente, sino siquiera imaginar, pero no creo que se puedan explicar mejor; no proporciona datos que se puedan comparar con conocimientos propios, en este caso los míos, por otra parte inexistentes. Aunque no por ello los temas que trata no sean fascinantes -¡nada puede serlo más!-, como consecuencia de todo esto, la lectura de Historia del tiempo me ha resultado en parte desapasionada y un pelín decepcionante, porque, al menos en mi caso –y no tengo ningún reparo en reconocerlo-, el objetivo que se marcó el autor con su publicación, y que ahora comentaré, solo se materializa en un pequeño porcentaje.

Al inicio de la obra, entre agradecimientos y comentarios sobre las circunstancias que rodearon a su publicación, el autor refiere el motor principal que le movió a escribirlo –cruel comentario, por cierto-: ciertas cuestiones de interés para toda la humanidad -¿de dónde viene el universo? ¿cómo y por qué empezó? ¿tendrá un final, y, en caso afirmativo, cómo será?...

“...Pero la ciencia moderna se ha hecho tan técnica que sólo un pequeño número de especialistas son capaces de dominar las matemáticas utilizadas en su descripción. A pesar de ello, las ideas básicas acerca del origen y del destino del universo pueden ser enunciadas sin matemáticas, de tal manera que las personas sin una educación científica las puedan entender...”

Pues le quedo muy agradecido, Mr. Hawking, ya que quien esto escribe resulta ser un verdadero desastre en lo que a números, cálculos, fórmulas y ecuaciones se refiere. Soy de letras, o mejor dicho, lo hubiera sido si el destino me hubiera hecho transitar por senderos universitarios, lo cual sólo se produjo en una pequeñísima dosis, por supuesto orientada a Humanidades, de lo cual el destino no tiene ninguna culpa, por cierto.

Con todo, reitero la gran dificultad que he tenido para siquiera atisbar el entendimiento de muchos de los conceptos que aquí se tratan. La física cuántica, el principio de incertidumbre, los sucesos dentro de un agujero negro… y la relación de todos esos conceptos con el origen y el final del Universo. No obstante, la parte “entendible” me ha servido para adquirir nuevos conocimientos y revisar aspectos que ya había tocado con anterioridad: la formación de las estrellas, su final en forma de agujero negro, la expansión del Universo, el Big Bang…, en realidad lo más facilito de asimilar. Además, y como último indicio sobre mis limitaciones en cuanto a lo que aquí se trata, comentar que llevaba con este libro en la estantería un montón de años, de donde salió para un par de intentos de lectura y donde volvió al poco tiempo, por las razones ya comentadas. Así que, aunque haya tardado un año-luz, puedo proclamar orgulloso que ¡al fin! terminé Historia del tiempo de Stephen Hawking

26 de agosto de 2009

Una peli: El Intercambio (2008)

6/10

Al bueno de Eastwood le cabe el inmenso honor de ser el primer creador que ve por segunda vez un trabajo suyo comentado en este blog. Supongo que ya debe de estar acostumbrado a los premios, agasajos y atenciones hacia su labor, pero comprendo lo realizado que debe sentirse al comprobar que su obra no pasa desapercibida para este difundidísimo blog, por mucho que la calidad de la misma se haya resentido en sus últimas entregas.

El intercambio (Changeling), cuenta la historia de una desesperada madre (Angelina Jolie) y sus denodados esfuerzos por encontrar a su hijo, desaparecido un 10 de marzo –el día de mi cumple, mira tú por donde- de 1928. Para ello, cuenta con la “eficaz” ayuda del corrupto departamento de policía de Los Ángeles, que trata de convencerla de que un niño que andaba por ahí es su retoño, cosa que ella acepta en un principio, debido al parecido del niño con su hijo y a la tremenda presión a la que se ve sometida. Una vez convencida de lo contrario, la sufrida madre emprende una feroz lucha contra el nauseabundo sistema, apoyada por un reverendo local (John Malkovich), habitual denunciante de los abusos policiales.

La historia se basa en hechos reales, concretamente en los crímenes de Wineville, ocurridos en los años 20 del siglo pasado, y aunque está debidamente deformada en aras de la efectividad de cara a la gran pantalla, es fiel a los argumentos principales, como son la corrupción policial y la consiguiente batalla de la madre contra el sistema. Un capítulo más del oscuro pasado de Los Ángeles, ciudad donde se han gestado muchas de las historias más truculentas de América, algunas de ellas llevadas al cine –sin ir más lejos, el caso de la Dalia Negra, sin mucha fortuna por cierto, de Brian De Palma hace un par de años.

Empezando por lo bueno que tiene esta película, hay que destacar sobre todo a la simpar Jolie –rebautizada para la ocasión como Changelina Jolie-, que realiza un trabajo notable en el que logra algo que, dadas las circunstancias, no debe ser nada fácil: dejar su impactante belleza en un segundo plano. Consigue dotar a su personaje del peso dramático justo, sin caer en ningún momento en el patetismo histriónico. Buena culpa de ello la tienen unos tremendos ojazos que rozan lo irreal, casi siempre humedecidos por lágrimas a punto de irrumpir. Una buena actriz esta bella moza, por cuyos labios, heraldos de su abrumadora hermosura, suspiro. Y que no me vengan con lo de la cirugía estética y todo eso, que la chica ya prometía cuando era apenas una adolescente. Compárese, vía Imágenes de Google, a la Jolie adolescente con la actual y se comprobará que, incluso a esas tempranas edades, la cosa era de quitar el hipo.

Una vez recuperado el resuello, retomo los aspectos positivos haciendo mención de la puesta en escena, que es impecable. Un auténtico viaje a los años 20 al que no se le escapa un detalle, algo que no es de extrañar si leemos un poco sobre el making of de la película y comprobamos que no se escatimaron gastos a la hora de lograr una ambientación perfecta. Un trabajo a la altura de la historia que cuenta, la cual te mantiene en vilo hasta que la cosa, como no podía ser menos dadas las últimas experiencias, decae.

Que es justo lo que le pasa a El intercambio. Tiene el don de involucrarte con el sufrimiento de una madre que desconoce el paradero de su hijo y a la que todo parece volvérsele en contra. Te fascina con una historia que atrapa tu interés, pero que lo va soltando conforme avanza el metraje y acaba por no ser bien contada. A partir de cierto momento, la historia empieza a cobrar el aspecto de esos telefilms de sobremesa con los que Antena3 tortura a los infortunados televidentes que no tienen otra cosa que echarse a la vista. Entonces aparecen escenas y situaciones proclives al efectismo simple, buscando impactar o emocionar al espectador de una forma un tanto burda. Es una pena que no se haya puesto un poco más de cuidado en el acabado de las situaciones, en vez de recurrir al maniqueísmo de siempre, donde en la lucha de los malos contra los buenos, la victoria final, aunque sea moral, siempre es de estos últimos.

¿Conclusión? Pues que con esta película se confirma que estamos en plena pandemia de un virus cada vez más presente en la cosa cinematográfica. Provoca un mal frustrante y fastidioso que se extiende cual gripe porcina y del que se desconoce su medio de transmisión. Desencadena, allá por la mitad del minutaje, una caída en picado de la calidad de la historia que se cuenta, una vulgarización de los medios con los que se pretende conseguir un efecto llamativo en el espectador y una sensación final en éste de pérdida de tiempo –y dinero, según el caso- que termina provocando que, puestos a poner nota, ésta no pase del 6, como es el caso.

19 de agosto de 2009

Una peli: Resacón en Las Vegas (2009)

6/10

En España, la práctica de cambiar el título original de las películas extranjeras, no por habitual resulta más eficaz. Recuerdo que estuve muchísimos años creyendo que el título de la película de los Beatles A hard day’s night quería decir ¡Qué noche la de aquel día!, cuando ciertos conocimientos de inglés adquiridos posterior(y tardía)mente, me revelaron que su traducción correcta era La noche de un día duro, que no es que sea mejor, ni mucho menos, pero es que no tiene nada que ver con el título que le pusieron aquí. Además, el original tiene su pequeña razón de ser, pero esa es otra historia.

De todas formas, el caso anterior no supone un disparate como el que se perpetró con la polanskiniana (?) Rosemary’s baby (el bebé de Rosemary), titulada aquí por algún bienpensante como La semilla del diablo. Una manera muy sencilla y directa de cargarse la carga sugestiva que puede llegar a tener un título. A su visionado me remito (en Youtube se puede ver completa, ahí va la parte 1)

Esta introducción, aparte de rellenar un poco el espacio que deja la falta de argumentos, viene al caso porque el título original de Resacón en Las Vegas es The hangover (La resaca, así de simple). El que le han puesto aquí le da a uno la impresión de estar ante una comedia gamberra de esas que no deja moralina con cabeza y con las que The hangover no tiene nada que ver... para su desgracia.

En principio, la película tiene todos los elementos para resultar descojonante. Ahí tenemos al grupo de amigos que se van a Las Vegas a celebrar, a todo tren, la despedida de soltero de uno de ellos. Está el guaperas dispuesto a comérselo todo –o a todas-; el imprevisible desequilibrado capaz de cualquier ocurrencia; el amigo honesto y bien situado que le ha dicho a su mujer que va a pasar la noche en una tranquila villa campestre y, por supuesto, el novio, que contraerá matrimonio dos días después. También anda por ahí el coche de lujo que el futuro suegro presta al novio, con el encargo de que no lo estropee. El escenario que acoge al grupo como destino pecaminoso y desenfrenado, en este caso Las Vegas, tampoco podía faltar. Por supuesto, a la mañana siguiente nadie se acuerda de lo que ha pasado durante la noche, tal es el estado en el que se levantan. Poco a poco, se irán encontrando con personajes y situaciones con los que irán desentrañando el misterio. El problema principal es que el novio ha desaparecido.

Con estos mimbres, la diversión provocada por el gamberrismo, la sinvergonzonería y el borderío grueso parece servida, pero la cosa se queda bastante cortita por la falta, precisamente, de todo eso. A la película le falta mala leche, situaciones que te hagan descojonarte, momentos de locura como, qué sé yo, el pelo seminalmente tieso de Cameron Díaz en Algo pasa con Mary o los tatuajes en las espaldas de Ashton Kutcher y su amigo en Colega, ¿dónde está mi coche? –con la que, por cierto, comparte básicamente el argumento-. No se trata de exigir que la película sea una sucesión de gags brillantes, uno detrás de otro, pero sin duda que un par o tres de ellos le hubiera hecho un gran favor.

El resultado es que Resacón en Las Vegas dibuja una sonrisa sobre tu rostro y te mantiene expectante a la espera de mayores picos de diversión. Pero la carcajada nunca llega, y poco a poco la sonrisa se va borrando, hasta convertirse en un gesto plano de indiferencia. Y menos mal que hacia el final, al filo de los créditos, la cosa se levanta un poco –escena porno, o casi, incluida- aunque no evita que la impresión final se quede en la simple distracción.

10 de agosto de 2009

Un disco... bueno, tres.



Con esto de la playita, el paseíto y la cervecita (no sé porqué, pero en verano todo tiende al diminutivo), estoy dándole poco al blog y eso provoca que se me amontonen los discos sobre los que tengo intención de escribir. Así que haré unas breves reseñas de estos tres que guardaban cola.

- Doro: Fear No Evil (2009)

8/10
Doro Pesch fue la bella cantante del grupo alemán Warlock, grupo que tomó su nombre -Doro- cuando se quedó ella sola al frente del proyecto, allá por el 93. Entre unas cosas y otras, la maciza –y siempre en cueros- teutona lleva ya 25 años pariendo discos a respetable ritmo.

La verdad es que siempre los consideré, tanto al grupo como a la bella Doro, situados en el grupo de cabeza de la segunda fila metalera internacional, permanentemente fieles a un competente Heavy Metal clásico, en una carrera a la que le supongo altibajos. Ello no quita para que este Fear no evil, resulte un magnífico trabajo que, aparte de su calidad, está lo suficientemente actualizado como para que no resulte repetitivo, algo que por desgracia suele suceder con los grupos que, desde hace ya demasiados años, insisten en las fórmulas más añejas del Metal.

Todo muy bien tocado y cantado, aunque con voz introductoria amenazadora y cavernosa un poco manida ya, y muy buenas canciones, que tienen su punto álgido en los temas lentos. El que cierra el disco, 25 years, es uno de ellos, y la Valkiria Metálica ha querido que sea un himno de agradecimiento a todos sus fans por el aprecio mostrado en estos 25 años de carrera recién cumplidos. ¡¡Felicidades, guapa!!

Ahí va el vídeo de uno de los mejores temas del álbum.





- Black Messiah – First War Of The World (2009)

9/10
Seguimos con Metal alemán del bueno, pero ya dentro de una perspectiva más actual y, para mi, más atractiva. Esta vez ponemos rumbo hacia sus sonidos más extremos. Aunque no tanto, eh? que estos Mesías Negros -¿alguien les ha llamado irreverentes?-, aunque empezaron haciendo un Black Metal muy visceral, han ido tornando su sonido hacia el punto donde se cruzan el Folk y el Pagan Metal, sin olvidarnos del Black, por supuesto.

Se trata de un disco que cuenta -voz en off incluida- alguna mítica batalla de la mitología nórdica, con lo que por ahí andan Thor, Odín, el Valhalla y todo el resto del glosario dedicado al tema. El resultado es trepidante y saltarín al mismo tiempo, ya que igual te lleva a agitar el coco de arriba abajo como un poseso, que a saltar al ritmo de unos riffs diabólicos combinados con flautas y violines. Velocidad y melodía al servicio de 9 temas sin desperdicio -hay 4 pistas más, pero son intros habladas- en un trabajo demoledor y con un buen punto de sensibilidad. Excelente.

Os pongo lo que podría haber sido el vídeo del tema Gullveig, de los mejores del disco. No confundir al principio con Mago de Oz. ‘Más quisieran ellos (los Mago, digo)





- Dark Moor: Autumnal (2009)

9/10
Aunque no sigo mucho el metal español –para mí claramente desventajado con respecto a lo de afuera-, sí creo que puedo decir que, puestos a escoger al mejor grupo patrio de Metal, sin duda que Dark Moor contaría con mi voto. Ya había oído cosas de ellos, incluido su anterior trabajo Tarot, que me causó una gratísima impresión.

Ahora nos traen –o mejor dicho, nosotros nos llevamos…- este Autumnal, que para mí que los confirma como una gran banda, que partiendo de un concepto de Metal Sinfónico, lo que sería un Power Metal con muchísima melodía y profusión de arreglos orquestales, consigue un nivel de sonido y de calidad de las composiciones que ríase usted de gran parte del producto foráneo que nos cae encima día a día.

Haciendo gala de un sonido realmente grandioso, tendente a la majestuosidad, Autumnal incluye el mejor tema metálico que se ha escrito en España en qué sé yo cuántos años, que no es otro que For Her, bien secundado por otras maravillas como On the hill of dreams y An end so cold. Me hubiera gustado enganchar el vídeo del primero de ellos, pero lo único que encontré fue lo que aquí abajo aparece, que no es poco. Para compensar, inserto también el vídeo -¡éste sí!- de On the hill of dreams.




5 de agosto de 2009

Una peli: Slumdog Millionaire (2008)

7,5/10
Película de vaivenes, esta que trata de las peripecias de un joven hindú (un slumdog, algo así como un niño de la calle), que está a punto de obtener el premio mayor en la versión aceitunada de “Quién quiere ser millonario” –en la que, ¡oh, sorpresa!, el presentador es todavía peor que el Carlos Sobera de los c... millones- y al que la policía de aquel país, tan defensora ella de la presunción de inocencia, tortura para hacerle confesar en qué consiste la trampa con la que se va a llevar la morterá. Pero resulta que el bueno de Jamal, que así se llama el bronceado protagonista, no sólo sabe las respuestas, sino que éstas encuentran su origen en algunos momentos de su durísima vida, oportunamente relatada mediante eficaces flashbacks.

Hasta aquí todo cojonudo. Tenemos una historia genial que nos introduce de lleno en las calles de Bombay, donde la vida ciertamente vale muy pocas rupias, y en la que sobreviven como pueden Jamal y su hermano, convertidos en astutas ratas de alcantarilla después de escapar de las garras de la mafia explotadora de niños. Impresionante la parte en la que dejan ciegos a alguno de ellos, especialmente los poseedores de una mejor voz, puesto que son los que obtienen mayores beneficios practicando la mendicidad. Las interpretaciones, en especial las de los críos, realmente fantásticas, y tanto la música como las escenas, sobresalientes.

Pero es que, claro, el director es, nada más y nada menos que Danny Boyle, director de títulos tan sugerentes (aunque no siempre bien valorados) como 28 días después, La playa y, sobre todo, Trainspotting, aquella epopeya intravenosa que nos regaló allá por el 96, y que dejó a un servidor con la boca abierta y los ojos como platos de neue cuisine. Aquí nos ofrece lo que, en principio, lleva camino de ser un trabajo de denuncia social. La muestra rotunda e impactante de un modo de vida que nos es totalmente ajeno, del que conocíamos su existencia pero quizá no su dimensión – al menos hasta la llegada de Callejeros-. Al fin y al cabo, ¿en qué nos afecta la brutalidad de la existencia de nuestros semejantes, férreamente enraizados como estamos a la profunda comodidad de nuestro sofá y la silenciosa compañía del mejor amigo del hombre, léase mando a distancia? ¿Tenemos la culpa acaso de que el azar nos haya puesto en este lado de la línea?

Me ha salido la vena solidaria y compasiva. Mañana apadrino una niña hindú y todo arreglado. Alguna afortunada se beneficiará de los 30 € mensuales y yo acallaré la muy tenue voz de mi conciencia con tan noble gesto. Mientras tanto, y paulatinamente, el guión de Slumdog Millionaire adopta la forma de un thriller barato, con almibarada historia de amor incluida, y todo se jode en buena medida. Lo que parecía ser un impactante film reflejo de la crudeza de la vida de muchos, se convierte en un patético pastizal lleno de tópicos vistos ya mil veces en la gran pantalla. Los beneficiosos parecidos con películas de gran calibre, como las brasileñas Ciudad de Dios o Tropa de élite, se van diluyendo en el caldo de lo vulgar y lo previsible. Justo hasta el final.

Porque el final de Slumdog Millionaire es de lo más sorprendente que he experimentado en mucho tiempo en términos cinematográficos. Cuando estás a punto de consolidar lo que hubiera sido una valoración muy negativa de la película, una danza al más puro estilo Bollywood, interpretada por una cantidad inmensa de gente, otorga al trabajo una dimensión que no esperaba, y que me hizo replantearme el sentido final de toda la película. ¿Ha sido todo una fantasía juvenil? ¿La edulcorada historia de amor tiene su razón de ser en una bienintencionada e inocente fábula? ¿Es sólo un intento de poner un punto dulce y colorista a una sórdida, y en buena parte mediocre, historia?
Preguntas cuyas respuestas espero se incluyan en los inevitables comentarios que sin duda vosotros, fiel peña seguidora de este concurridísimo blog, insertaréis aquí abajo.

20 de julio de 2009

VídeoLink: Como lágrimas en la lluvia...

Hace unas noches la volví a ver. Para el que esto escribe, uno de los momentos álgidos del Séptimo Arte, que me dejó hipnotizado poco antes de mi gloriosa incorporación a los deberes con la Patria (año 1983), y que lo ha vuelto a hacer en el que, seguramente, no será el último visionado de esta Obra Maestra total.

Nada le falta a la que, sin duda, es la escena culminante de la película. El momento en el que el replicante Roy (Rutger Hauer) parece que va a aplastar a su acorralado oponente Deckard (Harrison Ford), policía responsable de la muerte de sus compañeros replicantes. La muerte por machacamiento de cráneo del Blade Runner parece inminente. Pero...





"...yo, he visto cosas que vosotros no creeríais..."...las lágrimas del replicante que se pierden en la lluvia..., su resignada inclinación de cabeza..., la paloma blanca que escapa de entre sus manos...


Estremecedor. Pura poesía existencial.

Sobra el plúmbeo e innecesario discurso en off de la versión que se estrenó originalmente y que fue eliminado, junto con su happy end, en el Director´s Cut editado diez años después del primer estreno.

6 de julio de 2009

Un libro - Yo, Claudio - Robert Graves (1934)

9/10

Unas últimas jornadas de maratoniana lectura han permitido que termine Yo, Claudio, justo el día que tengo que devolverlo a la biblioteca. Y no ha sido tarea fácil: casi 600 páginas de letra pequeña, texto apretado, párrafos extensísimos y poca generosidad en lo que a puntos y aparte se refiere. Pero ha merecido la pena, y mucho. La pretendida autobiografía del nada agraciado emperador romano, que ejerció el cargo entre los años 41 y 54 de nuestra era, es uno de esos libros que devoras con fruición. Te hipnotiza con su elegante pero a la vez obsesiva prosa. Imaginas al protagonista sin parar de hablar, con la mirada perdida en el infinito, narrando los más oscuros acontecimientos que han dominado su vida. Narración que quizá no vaya dirigida a nadie, excepto a él mismo.

Por supuesto, me cuento entre los admiradores de aquella magistral serie que nuestra televisión emitió allá por los... ¿setenta? La verdad es que el recuerdo de su visionado aparece borroso en mi memoria, aunque dominado por un Derek Jacobi magistral que consiguió con ese trabajo renombre internacional. Pero Yo, Claudio, la novela, va mucho más allá, detallando de forma excelsa las omnipresentes intrigas de la corte imperial romana. Por cierto, que no es de extrañar que muchos emperadores terminaran siendo unos déspotas sin escrúpulos dispuestos a cualquier tropelía con tal de mantener su estatus y el de sus herederos. Ese era, ni más ni menos, el ambiente familiar en el que crecían, donde abundaban los asesinatos, envenenamientos y destierros, la mayoría de las veces motivados por acusaciones totalmente infundadas.

No obstante su grandeza, siempre hay que poner en solfa el contenido de este tipo de obras. Al fin y al cabo pertenecen al género de novela histórica, con lo que sin desdeñar en absoluto la intensa labor de documentación que sin duda el autor ha llevado a cabo, y que se refleja en la cantidad de datos sobre la vida cotidiana romana que proporciona, no está de más comentar que muchos historiadores dudan de la veracidad de ciertos hechos, como es el caso de la pérfida influencia que Livia, esposa de Augusto y abuela de Claudio, ejerció tanto en su esposo como en la corte en general, amén de su faceta como hábil envenenadora. Una imagen de mujer calculadora, depravada y cruel que, repito, muchos historiadores han puesto en tela de juicio. Algo parecido ocurre con los mandatos de Tiberio y Calígula, en los que hechos como el nombramiento, por este último, de su caballo Incitatus como cónsul, son vistos con escepticismo por no pocos especialistas en el mundo romano.

Pero los avatares del cuarto emperador romano, no acaban con este volumen, que finaliza con su involuntario ascenso al trono, tras ser descubierto por la guardia pretoriana tras una cortina, temblando de miedo por su vida, una vez consumado el asesinato del desequilibrado Calígula. A la espera queda la segunda parte, Claudio el Dios y su esposa Mesalina, que relata todo su mandato hasta su muerte, también asesinado para variar.

22 de junio de 2009

Re-flexionando: Tácitamente

Estoy terminando Yo, Claudio. Por supuesto que tendrá una merecida entrada en este blog. Y adelanto que la nota será muyyyy alta, porque es una grandísima novela.

Pero, nada más empezar, me llamó la atención este prefacio de la misma:

"...Una historia que fue sometida a toda clase de tergiversaciones, no solo por parte de quienes entonces vivían, sino también en tiempos posteriores; porque es lo cierto que toda transición de prominente importancia está envuelta en la duda y la oscuridad. Mientras unos tienen por hechos ciertos los rumores más precarios, otros convierten los hechos en falsedades. Y uno y otros son exagerados por la posteridad."

Tácito (historiador romano. 55-120 dc.)

Está claro que este razonamiento sería aplicable a muchos momentos de la Historia. Uno de ellos podría ser aquel que tiene que ver con pesebres, cruces y resucitados.

19 de junio de 2009

Una peli: Wall-e (2008)

6,5/10


Una buena noche de hace unos años, con bastante retraso respecto a su estreno y ante la poca alternativa existente en cuanto a películas interesantes que echarme a la vista, decidí meterle mano a una peli de animación llamada Monsters Inc. (que una eficaz labor de traducción convirtió aquí en Monstruos SA.). Siempre había sido reacio a ver este tipo de trabajos, que consideraba destinados a niños, con lo que las expectativas en cuanto a mi impresión final no creí fueran a pasar del simple entretenimiento. Pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme una película redonda que me hizo reír y llorar a partes iguales. Una obra maestra en toda regla, pensada para el disfrute tanto de los enanos como de sus mayores.

La gratísima impresión que me produjo no me convirtió en fanático del cine de animación, ni mucho menos, pero sí me dejó la impronta de que con cualquier película de este tipo que viera, las sensaciones no andarían demasiado lejanas a las que Monstruos SA. provocó. Mucho tuvo que ver para que acabara pensando de esa forma el hecho de que las críticas parecían unánimes a la hora de valorar estos trabajos, dado que rara es la entrega de cine animado que no merezca, a los ojos de la crítica, de un notable para arriba. Sin embargo, ninguno de los visionados post
eriores, léanse Ice Age, Shrek, ambas con sus respectivas secuelas y ni mucho menos Ratatouille, alcanzaron el nivel de genialidad de los monstruos asustadores de niños, aunque considero la primera entrega de Shrek como un muy buen trabajo.

Todas los aspectos positivos que encontré con los monstruos están presentes en la peli que revisamos hoy… pero solo durante la primera media hora, precisamente cuando Wall-e, que no es otra cosa que la marca de un robot encargado de reciclar basura, se encuentra solo en una deshabitada Tierra, la cual ha quedado reducida a un montón de desechos. La humanidad hace ya tiempo que cambió la salud de su planeta por la comodidad de estar sentado todo el tiempo delante del ordenador, interrelacionándose virtualmente y perdiendo toda noción de lo que la rodea. A todo esto, en la “vida” de Wall-e aparece, enviada por los exoplanetarios humanos, una robot de análoga misión, pero muchísimo más avanzada tecnológicamente. Entre los dos entrañables cacharritos surge, como no podía ser de otra manera, el amor, que se ve interrumpido cuando a Eva, que así se llama la graciosa maquinita, la recogen los humanos para comprobar los resultados de su misión en la Tierra. Y no cuento más, pero adelanto que nada de lo que acontece se sale de los guiones habituales de las películas animadas, lo cual no tiene porqué ser negativo, por supuesto.

Y se me ha colado la sinopsis, cuando estaba diciendo que todo lo bueno de Wall-e está en su primera media hora, en la que todo funciona a la perfección. Son treinta minutos de auténtica magia; de unas deslumbrantes imágenes que rizan el rizo de todo lo hecho anteriormente en este tipo de producciones y de un argumento genial, en el que se dan la mano aspectos recurrentes en el cine de animación: la soledad, el aprecio por las pequeñas cosas, la presencia del inseparable amiguito del protagonista (una cucaracha que cumple fielmente el papel de indestructible que siempre se le ha dado). Y como no, de momentos verdaderamente hilarantes, entre los que destacaría las dificultades que Wall-e tiene con una pala de ping-pong de esas que tienen la pelota unida con un cuerda y con un extintor cuyo chorro se ve incapaz de controlar. Sí, esa primera media hora prometía un deleite total durante todo el film. Pañuelillos de papel, preparados para enjugar lágrimillas de risa y de pena, se arrugaban entre mis inquietos dedos humanos.

Lo malo es que el adorable recopilador de basura se las apaña para seguir a su amada hasta la nave nodriza donde habita la humanidad en las condiciones que comentaba más arriba. Y es justo ahí donde el giro que da la película es radical. La historia se vuelve aburrida, perdiendo gradualmente todo el interés que atesoraba en su inicio. El mensaje ecologista que pretende está ya demasiado visto como para que llame la atención, aunque está muy bien inculcarle a los niños los peligros del consumo insostenible. Apreciable es también el intento de hacerles ver que hay vida más allá del ordenador o la consola, aunque las consecuencias de abusar del entretenimiento y de la vida sedentaria que la historia propone sean ciertamente exageradas. Y lo malo es que no creo que un crío aguante toda la película sin bostezar varias veces.

Para más inri, su deslumbrante calidad en lo que a imágenes se refiere se torna en no pocas ocasiones bastante confusa. Ello se debe a que los auténticos protagonistas de Wall-e son los robots. Los hay de todo tipo, tamaño y función: pequeños robots para limpiar, grandes para vigilar, medianos para multitud de tareas. Ello provoca que en algunos “planos” donde se juntan varios de ellos, el visionado se haga un auténtico batiburrillo de robots que van de acá para allá, con lo que identificar a los protagonistas entre tanta criatura se convierte en algo complicado. Incluso los recurrentes diálogos entre los enamorados, que se limitan a unos lacónicos “Waaaaliiii / Eeeevaaa”, terminan siendo un poco pesados.

Me quedo con esa magistral primera media hora, pero me apena que tanto derroche de genialidad no se vea refrendado por el resto del metraje. Mientras doy con otra película de animación a su altura, Monstruos SA. seguirá líder destacada en lo que a películas de “dibujitos animados”, como se las conoce en el ámbito doméstico, se refiere.

12 de junio de 2009

Re-flexionando: Y el bueno de Carl se preguntaba...

La cosa espiritual siempre ha sido fiel compañera de mi existencia. Desde pequeñín, las eternas preguntas que siempre se ha hecho la humanidad ¿de dónde vengo? ¿adónde voy?, más allá de parecerme la letra de una rumbita salerosa, han ocupado mis pensamientos de forma incesante. Aunque no se trate de un asunto estrictamente espiritual, las dichosas cuestiones se han manifestado sobre todo en momentos muy especiales, como aquel en que se me ve, en algún lugar cercano al faro de Trafalgar, o sobre una roca en plena Sierra de Grazalema, tumbado sobre una gran duna de arena (toma pleonasmo), solo, y maravillado con el sobrecogedor espectáculo de un cielo nocturno en toda su inmensidad, identificando la Vía Láctea, Júpiter, Venus, el cinturón de Orión, Aldebarán... y algún astro más, que fue para lo poco que dio un cursillito de astronomía que hice hace ya mucho tiempo.

En muchas ocasiones la respuesta a todo fue Dios. Un Dios escurridizo, empeñado en esconderse y al que había que buscar. Nunca me sirvieron las respuestas tipo "esto es lo que hay" que ofrecen los diferentes credos, con lo que la certeza de un Dios creador de todo se vio eclipsada infinidad de veces por dudas de todos los colores, cuando no de convencimiento absoluto en su inexistencia.

Para ayudar a explicar mi actual posición en lo que a este tema se refiere, no encuentro nada mejor que este pequeño vídeo, un extracto de la serie Cosmos, de Carl Sagan, en el que de una forma sencilla pero eficaz, se plantea la posibilidad de la no existencia de Dios, simplemente añadiendo otra pregunta a la lista: ¿Quién creó a Dios?

"En muchas culturas (hablando de la creación del Universo), la respuesta habitual es que un dios o unos dioses, crearon el Universo a partir de la nada. Si queremos profundizar valerosamente en esta cuestión debemos, naturalmente, hacernos la pregunta inmediata: ¿de dónde viene Dios? Si decidimos que ésta es una pregunta imposible de resolver ¿por qué no saltarnos un escalón y concluir que el origen del Universo es una pregunta sin respuesta? O si decidimos que Dios siempre ha existido ¿por qué no saltarnos un escalón y concluir que el Universo siempre ha existido, que no hay necesidad de una creación porque ha estado aquí siempre?"

Pos eso. Sencillo pero eficaz.


10 de junio de 2009

Un disco: DIE APOKALYPTISCHEN REITER - Licht (2008)

9 / 10

A pesar de estar considerados como auténticas celebridades en su Alemania natal; de su trayectoria, que empieza a ser larga pues llevan 13 años de existencia; de su nutrida discografía y de la inmensa calidad de su música, Die Apokalyptischen Reiter (bendito sea el copia-pega) son prácticamente desconocidos por estos lares, así que aprovecharemos la apabullante difusión mundial de este blog para promocionarlos como se merecen en este nuestro suelo patrio.

Licht (brillo), es el nombre de la última entrega de estos “Jinetes del Apocalipsis”, y aparte de lo buenos que son, llama la atención el variado abanico de estilos en los que se manejan, siempre dentro del sonido rotundamente metálico que ofrece cada canción. DAR se mueven en un amplio espectro que va desde el Death al Punk, pasando por el Folk Metal, aunque en este disco esta ultima faceta esté menos presente. Lo que sí está presente y mucho es una estructura bien definida de los temas: estrofas más o menos contenidas, aunque sin perder ni un ápice de intensidad, y estallido apoteósico en forma de unos tremendos coros, todo ello salpicado de toques melódicos por aquí y por allá, ejecutado con un nivel instrumental apabullante y una voz, la de su frontman, de nombre Fuchs, poseedor de unos versátiles registros aplicables tanto a la más sutil de las melodías como al Death Metal más devastador. Es lo que tiene el escuchar discos de forma indiscriminada. Te encuentras con auténticas joyas, la inmensa mayoría de ellas producidas por gente de la que desconoces todo. Pero DAR han superado todas las previsiones, porque el genial revoltillo de estilos que crean los hace realmente originales. Y para muestra, tres botones:

La primera de estas tres muestras de poder y sensibilidad, es el tema Es wird schlimmer, que abre Licht de forma impactante, arrollándote con un riff y doble bombo realmente bestiales, y que supone un claro ejemplo de su faceta más Death. Demoledor.



Seguimos con Nach der ebbe, bellísimo medio tiempo que se convierte en auténtico himno allá por los coros. Lo de himno no es casualidad, ya que recuerda un poco a Hatikva, el símbolo musical de Israel.



Y por último, la genial Eruption, vídeo con el que los conocí, cuyo increíble coro (vale, estribillo) no hay quien me lo saque de la cabeza, y que te invita a moverte hasta la extenuación. Algo realmente grande.



4 de junio de 2009

VideoLink: Breve historia de dos gilipollas

Viernes noche. Ponen "21 días machacando el cuerpo". Y aparecen estos.

Sin comentarios. Solo decir que al parecer no se puede ser feo, ni gordo, ni ir los domingos a la playa. Somos "chusma".

Una peli - Orgullo y prejuicio (2005)

10/10


Me ocurre muchas veces, a la hora de valorar un trabajo de alta calidad, que soy reacio a colocar un 10 en la calificación, por mucho que la obra en cuestión lo merezca. Debo de haber heredado los vicios de algún que otro profesor, que en mi época de estudiante parecía tenerle grima a la decena, porque por más que estudiaba nunca lograba pasar del habitual 9 en mis calificaciones. (Ahora viene la parte en la que quien lea esto realmente se lo cree).

Con Orgullo y prejuicio me ha pasado algo así. Le he dado vueltas a los diferentes aspectos que componen una película, buscando el más nimio motivo para no concederle la máxima nota, pero no encontré ninguno. Interpretaciones perfectas; puesta en escena impecable; fotografía mágica; música sublime y un argumento que se desliza a través de una preciosa historia de amor, sin caer en ningún momento en la sensiblería almibarada. Argumento del que, por cierto, procede efectuar una breve reseña. Hela aquí:

Basada en la novela homónima de Jane Austen, Orgullo y prejuicio cuenta la historia del matrimonio Bennet, granjeros acomodados usufructuarios de una respetable hacienda, que tiene cinco hijas a las que la madre está deseosa de casar con hombres de alcurnia más elevada, dado que a la muerte del padre y puesto que no hay descendiente varón, gran parte de sus posesiones se perderían. La ocasión la pintan calva con la visita a la hacienda de un rico soltero, al que la madre ve como marido ideal para su hija mayor, Jane. El ricachón viene acompañado de su arrogante amigo el Sr. Darcey, quien entabla una, en principio, tensa relación con la segunda hija del matrimonio, Elisabeth, verdadera protagonista del film y magistralmente interpretada por la grácil Keyra Knightley. A partir de aquí, comienza el genial rosario de intrigas amorosas.

Porque lo que prima en esta, digámoslo ya, obra maestra, es ante todo el amor y el romanticismo, bien secundado por la ingenuidad y la alegría, maravilloso revoltijo que encuentra su alojo en una historia de juventud enmarcada en las rígidas costumbres sociales de la Inglaterra georgiana (ss. XVIII y XIX), que afectan de lleno a las estrictamente delimitadas clases sociales, convirtiendo a las hijas de las familias de clase media en simple mercancía, intercambiable por prestigio social, cuando no por simple supervivencia. Pero incluso este aspecto pierde en la película el carácter mezquino que cabría otorgarle, adquiriendo unos suaves matices rayanos en la simpatía.


Por último, y una vez recomendado este poema romántico hecho cine, destacar la labor del director John Wright en este su primer trabajo para la gran pantalla, dado que anteriormente solo tenía en su currículum un par de cosillas para la televisión inglesa. No he investigado mucho más sobre él, pero resulta admirable que un director, en su ópera prima, construya una obra para ser recordada por siempre y jamás. Y cómo no el elenco de actores, destacando, como ya dije antes, una Keyra Knightley que alcanza una cota interpretativa para la que se me ocurren varios calificativos, todos ellos sinónimos de sublime. En contraste, eso sí, con trabajos suyos anteriores en mayúsculos bodrios. Y no quiero señalar a la segunda y tercera entregas de Piratas del Caribe, no.

3 de junio de 2009

Un libro: El señor de las Tinieblas - Alberto Vázquez Figueroa (2001)

6,5/10

Andaba yo el otro día por los pasillos de la biblioteca pública dolorido y decepcionado. Dolorido de tanto giro de cabeza a uno y otro lado, que mira la manía de poner los títulos sobre el lomo ora hacia arriba, ora hacia abajo. Y decepcionado, por no haber encontrado ninguno de los tres o cuatro títulos que buscaba. Decidí dejarme llevar por el aspecto visual de los volúmenes, sistema que habitualmente seguimos para decorar nuestras domésticas estanterías y darles un aspecto más lustroso. El sistema no tardó en funcionar, puesto que de inmediato vislumbré la novela que hoy toca comentar.

Lo del aspecto visual no es baladí, dado que unas llamativas letras rojas sobre el negrísimo fondo de una gastada cubierta, en la que se alojaban amarillentas y desvencijadas hojas, parecían identificar la obra que contendría la clave para franquear las puertas del mismísimo Averno. Sí, sí, igualito que Lucas Corso en el revertiano El club Dumas.

Pero resulta que no, que El señor de las tinieblas es una novelilla que no tiene nada que ver con el tema satánico. Al menos desde el punto de vista mórbido y oscuro que habitualmente se le da al asunto. Más bien se desarrolla a través de un argumento light y a veces humorístico, que paso a sintetizar.

Bruno Guinea es un investigador cuyo único afán en la vida es encontrar un remedio contra el cáncer. Un buen día se le presenta Satanás (o Lucifer, Belcebú, El Maligno... el personaje imaginario al que más nombres le han puesto, que ríase usted de los nietos del Rey), por supuesto transformado en un señor normal. Éste le ofrece la posibilidad de encontrar el remedio que anda buscando a cambio de poseer su alma para toda la eternidad. Por lo pronto, el argumento no es demasiado original: un pacto con el diablo, algo un poco manido ya, la verdad.

Y la novela tampoco es que sea gran cosa. Es uno de esos trabajos del que cuando te preguntan qué te ha parecido, respondes “distraído”, sin mucho afán. Sin embargo, éste es distraído de verdad. Las peripecias del protagonista a través de la selva ecuatoriana en busca del remedio, siguiendo señales y corazonadas diabólicamente teledirigidas, resultan en una lectura sencilla pero muy amena. Entre constantes peligros, alguna tilde de menos y teorías médicas que supongo discutibles, la historia se encamina con ágil paso hacia el final, que es donde la cosa acaba estropeándose.

Porque el final resulta desmesuradamente corto y poco aclarador. Se diría que el autor no ha sabido cómo terminarla, lo que precipita un desenlace escueto y a todas luces insuficiente, al menos comparado con otros pasajes donde los diálogos se alargan adecuadamente, metafísica incluida. Diálogos en los que, por cierto, sorprende el nivel dialéctico de los indígenas saqueadores de tumbas que acompañan al protagonista, por mucho que sea de todos conocida la facilidad verborreica de los habitantes del cono sur americano.

Se trata en definitiva de una lectura poco pretenciosa, aunque llevada con moderada solvencia, que ahonda en la eterna discusión entre el bien y el mal, Dios y El Maligno, de una forma un tanto ingenua pero divertida, y que además proporciona ciertos datos de interés sobre la cultura incaica y la selva amazónica. Lo malo, repito, es el final, que ha propiciado que mi nota baje del 7 ó 7,5 que pensé en darle durante su lectura, al sosete 6,5 final. Me quedo de largo con Viracocha, la única de este autor que había leído hasta ahora.

26 de mayo de 2009

VideoLinK: Hey Jude (versión karaoke masivo)

Soy un beatlemaníaco puro y duro. Desde que con diez añitos o así descubrí, entre discos de Salomé, Los Brincos y otras perlas que cogían polvo en el hogar paterno, un single con cara A All you need is love y cara B Baby, you're a rich man, los cuatro de Liverpool han sido imprescindibles en mi vida. Pueden pasar meses sin pinchar nada de ellos, pero cuando lo hago, mis sentidos desbordan de emociones. Siempre están ahí, más allá del bien y del mal, trascendiendo toda época y acontecimiento.

Quizá por eso, este vídeo me ha provocado la irrupción de alguna que otra lágrima. Por eso, y porque inunda mi pensamiento de ideas de lo más ingenuas. Ya sabéis, el amor universal y otras quimeras.

Pero sequémonos las lágrimas y pongamos los pies en el suelo, porque al fín y al cabo la finalidad es publicitaria. ¡Pero es tan hermoso!

Una peli: El niño con el pijama de rayas (2008)

5/10

Bueno, pues por fin vi El niño con el pijama de rayas. Han sido varios meses ocupando un valioso Gb en el cada vez más escueto espacio de mi disco duro portátil. Y ahí estaba yo, dándole preferencia a otras cosas que pensaba más digeribles, porque no siempre tiene uno cuerpo para imbuirse en el asunto del Holocausto, tema que el cine ha sabido abordar de forma más o menos eficaz y del que siempre resulta una sensación final (que no “solución”) cercana a lo angustioso. Pero ha sido tanto el bombo que le han dado al libro y, como no podía ser de otra manera, también a su versión en celuloide, que su visionado se había convertido en casi una asignatura pendiente.

Pero resulta que esta no es una película sobre el Holocausto. Que no, que no cuela. Que esta historia podría haber tenido lugar en cualquier otra situación análoga. Su argumento podría encajar igual de bien en la URSS de Stalin, en el Guantánamo cubano o en el sur de África durante la guerra de los Boers. Cójanse a dos niños de ocho años; sitúeseles a ambos lados de una valla y asígneseles roles de inocentes observadores de las circunstancias que les ha tocado vivir; añádanse varios litros de sensiblería y dos puñados de dramatismo fácil; rebájese sin recato el rigor histórico y, una vez decorado con una impecable puesta en escena y las mismas interpretaciones de los niños, sírvase y consúmase de inmediato, no vaya a ser que el influjo del best-seller se evapore y al final tanto correr para llevarlo al cine se quede en nada.

Porque esto es precisamente a lo que huele este caldo: mucha prisa por llevar a la gran pantalla la exitosa novela. Esa prisa que parece provocar cortedad de razonamiento en los guionistas, incapaces de componer un argumento verosímil, donde nada menos que la seguridad y vigilancia nazi son inexistentes, hasta el punto de que los niños mantienen largas conversaciones durante días, verja mediante, sin ser siquiera molestados; donde el mimado infante alemán se queda a solas durante horas con un prisionero judío y donde la puerta por la que escapa de su casa y accede al campo de concentración siempre está abierta...

En quince minutos, la película ya muestra sus cartas, sobre todo con la actitud del chico, cuyas miradas de escepticismo ante los éxitos de su padre no entran ni con calzador. Así y todo, intentas darle las oportunidades que sean necesarias, en aras de, por lo menos, disfrutar de una historia tan dramática como irreal. Pero la acumulación de situaciones ilógicas es aplastante, y el edificio se derrumba finalmente ante su peso, llevándoselo todo por delante.

23 de mayo de 2009

Un disco: CRUCIFIED BARBARA - Till death us party (2009)

9/10


Reconozco que las bandas de chicas nunca han sido mi fuerte. Jamás di con ninguna que tuviera el nivel suficiente para competir con los tíos en el –dicen- difícil mundo del rock. De hecho, nunca existió una banda enteramente femenina que llegara a los niveles de Maiden, Judas o Theatre, por poner unos ejemplos, lo que demuestra, una vez más y como en otros aspectos de la vida, que las chicas mejor se quedan en casita haciendo sus labores y nos dejan a los hombres realizar el trabajo que realmente vale la pena, pues al fin y al cabo somos los más aptos para ello.
¡JeJeJe! Es broma ¿eh?

Ahora en serio. Es cierto que las bandas femeninas de rock nunca llegaron a cuajar del todo. Ni en mi opinión ni en la del público en general. Tan solo Girlschool en los ’80 consiguieron llamar mi atención y obtener cierta relevancia a nivel internacional. Luego vinieron las guapísimas Vixen y sus genuinas maneras de producto prefabricado, pero poco más. Otra cosa son las bandas con presencia femenina, que son multitud y muchas de calidad contrastada. Podría citarlas a mogollón, pero valgan como ejemplos Nightwish, Within Temptation, Lacuna Coil y tantas otras.

Pero dejémonos de rodeos históricos y centrémonos en este magnífico álbum. Crucified Barbara son cuatro suecas macarras y buenorras, dispuestas a levantar la tapa de los sesos de aquellos incautos situados a menos de 50 metros del lugar donde detone su demoledor Til Death do us Party, segundo trabajo que presentan y que incluye no once temas, sino más bien once andanadas de poderoso metal guitarrero y salvaje, trepidante y vigoroso, de audible sesgo punkarra, ideal para machacarte el cuello en feroz headbanging, por mucho que algunos de sus temas contengan coros con cierta melodía.

A riesgo de parecer mezquino en mi comentario, no tengo mucho más que decir sobre este disco. Además, ya he escrito bastante en la introducción sobre los grupos femeninos y estoy cansao. Tan solo recomendar su escucha a todo volumen bien pertrechado de productos de elevada etilidad. Yo he flipado sobre todo con Killer on his knees; Danger, danger; Rats y Feels like death, estos tres últimos son los que cierran el disco, con lo que podría decirse que, en mi opinión, es un trabajo que va alcanzando su climax hacia el final. De paso, con los títulos de estos temas podéis haceros una ligera idea de por dónde van los tiros. ¡Qué brutas!

Ahí va un vídeo. Es un tema que no figura entre mis favoritos pero... cosas de la promoción y de mis gustos, que no tienen por qué ir de la mano.


22 de mayo de 2009

Yo Reflexiono, tú reflexionas... ¿ellos reflexionan?

Muy en relación con lo comentado más abajito (La Biblia al pie de la letra), copio/pego aquí un par de cosillas que man gustao, oye.

- "La vida, en el único sentido de la palabra que conocemos, está hecha de cambios, de oscilaciones entre lo mejor y lo peor, de imprevistos. Una eterna bienaventuranza o una eterna condena son formas inacabables de congelación en el mismo gesto pero no modalidades de vida. De modo que ni siquiera las religiones con mayor garantía post mortem aseguran la «vida» eterna: sólo prometen la eterna existencia o duración, lo que no es lo mismo que la vida humana, que nuestra vida."

- "A este ejercicio de buscar y sopesar argumentos antes de aceptar como bueno lo que creo saber, es a lo que, en términos generales, se le suele llamar utilizar la razón."

(Fernando Savater - Las preguntas de la vida)

20 de mayo de 2009

VideoLink: El Gorrilla

Otra genialidad de esas que la gente se saca de la manga de vez en cuando. Recomendao por mi amigo Luí, que una vez más dio en la diana. Ese Luíííí!!!!

¡A que le dasssss!

Un libro: La Biblia al pie de la letra (2008)

8/10

¡La Biblia! ¿La Palabra de Dios? ¿La Verdad Revelada?..

... ¿O simplemente una recopilación de mitos, leyendas y preceptos de todo tipo, dictados y escritos por seres humanos de carne y hueso, bajo la lógica influencia del momento y las circunstancias en que se escribieron?

Dejo ahí la disyuntiva para la reflexión del interesado/a. Abordemos, por el momento, la cuestión bíblica desde una perspectiva más lúdica. La que nos propone A.J. Jacobs, editor de la revista norteamericana Esquire y autocalificado como conejillo de indias humano. El por qué de este mote lo encontramos en el hecho de que el amigo parece dispuesto a llevar a cabo los más extraños experimentos. Previamente a esta su aventura bíblica, AJ. Jacobs (AJ. en adelante) se embarcó en el propósito de convertirse en el hombre más culto de la Tierra… metiéndose entre pecho y espalda la Enciclopedia Británica

Nacido en el seno de una familia judía no practicante, AJ., agnóstico declarado, se propuso un buen día vivir siguiendo al pie de la letra las leyes y preceptos bíblicos. Eso sí, afortunadamente para él, la aventura “solo” iba durar un año. Pero dejemos que sea el bueno de AJ. quien lo explique:

“Mi propósito ha sido el siguiente: vivir la auténtica vida bíblica… seguir la Biblia del modo más literal posible. Obedecer los Diez Mandamientos. Dar frutos y multiplicarme. Amar a mi prójimo. Entregar el diezmo de mis ganancias. Pero también obedecer otras reglas que a menudo se olvidan: abstenerme de vestir ropa confeccionada con fibras mezcladas, lapidar adúlteras y, por descontado, no afeitarme la barba (Levítico 19:27). Intento obedecer la Biblia entera, sin seleccionar ni escoger”

Y a partir de ese momento, comenzó su rosario de acciones a cual más absurda e incomprensible, de las que cito algunas, aunque se cuentan por cientos:

- Haciendo sonar, soplando, un cuerno de carnero al principio de cada mes (esta era de las facilitas)
- Evitando el más mínimo contacto con su mujer en los días de menstruación, cumpliendo con la muy divina imposición de Levítico 15:20: “Todo aquello sobre lo que ella se acueste quedará impuro, y todo sobre lo que ella se siente…”
- Sometiendo a análisis microscópicos sus prendas de vestir para rechazar las que mezclan tejidos. Lo curioso es que existen especialistas a tal efecto, que garantizan que las prendas son ajustadas a la Ley.
- Lapidando a los malvados. Pero tranquilos, que la cosa se limitó a arrojar chinitas sobre algún que otro borracho.

¿El resultado? En lo que a mi opinión se refiere, La Biblia al pie de la letra ha resultado divertida e interesante. Divertida, porque el sentido que el autor ha querido dar a su trabajo ha sido ese, aunque viva situaciones de lo más surrealistas, como el momento en que accede a la circuncisión de su pequeño pese a considerar esta práctica como un rito primitivo y sin sentido. Lo pasa realmente mal. E interesante, porque acabas enterándote de muchas cosas del mundo judío que contribuyen a engrosar tu bagaje cultural (oich!).

En cuanto al autor, refiere al final de la obra lo que identifica como cierta evolución espiritual. El sabrá. Por lo pronto, los derechos cinematográficos de su aventura han sido adquiridos por Paramount Pictures, así que pronto podremos ver en la gran pantalla las tribulaciones de este curioso personaje, aunque yo me la bajaré de intenné, faltaría más

13 de mayo de 2009

VídeoLink: Y posar, posar, posar...

Todos tenemos nuestro lado bueno y malo, y no me refiero a la cuestión metafísica del bien y del mal que todos llevamos dentro, no. Simplemente aludo a que, cuando nos hacen una foto, muchas veces desearíamos haber puesto la otra mejilla, o sea, el perfil que más nos favorece.
Aprendamos de esta chica, de la que he llegado a pensar que tiene alguna deformación facial, porque la verdad es que esos labios avanzando hacia el infinito no la favorecen mucho. O quizá es que al natural es todavía más fea.


Un libro: El asombroso viaje de Pomponio Flato (2008)

7/10

Pomponio Flato es un noble romano que, motivado por sus ansias de aventura y diversas dolencias digestivas, recorre los confines del mundo conocido en busca de remedio a sus padecimientos. Ello le lleva a la Palestina del siglo I AC. donde conoce a una peculiar familia: un niño llamado Jesús, que encarga a Pomponio el esclarecimiento de un asesinato del que su padre, un carpintero llamado José, está acusado. También anda por ahí su madre, la gentil María. Los personajes suenan ¿a que sí?

El relato, planteado de forma epistolar pues se trata de una carta dirigida a un tal Fabio, es divertido y ameno, como no podía ser menos conociendo a su autor. Los personajes, algunos de ellos sacados del relato evangélico como es el caso de los arriba mencionados, cumplen roles totalmente diferentes a los que desempeñan en aquél. No obstante, los guiños al original son constantes. Así, sobre María recae la velada sospecha de que le fue infiel a José años atrás, siendo Jesús el fruto de aquel desliz; Jesús, cuyo papel, aparte del de hijo del acusado, podría ser el de su eficaz ayudante –como el Watson de Sherlock Holmes o el Pedrín de Roberto Alcázar-, maldice alguna que otra higuera, y sus comentarios recuerdan con frecuencia a los que podemos encontrar en los Evangelios.

Se podría decir, pues, que Eduardo Mendoza deforma lo deformado, pues los Evangelios se escribieron, como muy pronto, unos 40 años después de muerto su protagonista, con lo que sus dichos y hechos son, en muchos casos, añadidos de sus autores de los que, por cierto, no se tiene ni idea de quienes fueron, muy a pesar de que se titulen con el nombre de los que la tradición cristiana considera sus autores.

Una vez hecho este pequeño inciso agnóstico-escéptico, decir que el punto fuerte de esta obra no lo hallaremos en la historia en sí -absurda como pocas-, ni en su desenlace -peregrino a más no poder. La auténtica virtud de este librito –no llega a las 200 páginas-, está, una vez más, en la deslumbrante retórica que el autor emplea y que, haciendo una perfecta simbiosis con su habitual tono humorístico, ofrece un buen rato de diversión, aunque no de carcajeo. Para esto último, recomiendo encarecidamente El misterio de la cripta embrujada. Risas aseguradas.

El asombroso viaje de Pomponio Flato supone mi tercer acercamiento (¡¿solo?!) a la obra de Eduardo Mendoza. Anteriormente, y por este orden, había asaltado las páginas de Sin noticias de Gürb (simpático) y la ya mencionada El misterio de la cripta embrujada (desternillante, hilarante, genial...). Atendiendo a una clasificación que estableciera mis preferencias entre estas tres obras, la que nos ocupa quedaría perfectamente encajada justo en medio de las dos citadas.