26 de febrero de 2010

Un disco - Tesla - Forever More (2008)

9,5/10

¿Recordáis aquellos años en los que a todo kiski le daba por grabar conciertos unplugged?. Sí, hombre, sí. Prácticamente no hubo artista o grupo que no editara un álbum conteniendo sus mejores temas en plan acústico. La tendencia se mantiene hasta nuestros días, pero fue sobre todo en los 90 cuando experimentó su auge, con algunos buenos trabajos y otros que los artistas de turno se podrían haber ahorrado. Pues bien, los californianos Tesla fueron los primeros en cortar la corriente de sus amplis para ofrecer al mundo su directo Five man acustical jam, que tuvo una buena repercusión mundial, llegando a enganchar aquí algún tema en los 40 principales, nada menos.

A mí, que por aquella época estaba en plena y duradera efervescencia metalera y que no conocía de nada a la banda, el Five man... me pareció algo totalmente prescindible. ¿Temas rockeros sin electricidad? pensaba yo. Joder, era algo así como el tequila sin alcohol o el bocata de chorizo sin chorizo, y más viniendo de una banda bautizada con el apellido de uno de los mayores genios en cuanto a aprovechamiento de la corriente eléctrica se refiere. Como resultado me olvidé de ellos, ayudado por el hecho de que la banda salió de circulación por los motivos más usuales en estos casos: drogas y desavenencias. El olvido duró justo hasta que cayó en mis manos este su último trabajo. Forever more es su séptimo disco de estudio y lo primero que se puede decir una vez arrimado el oído, aparte de la buenísima portada con los amantes de Valardo chupando cámara, es que la banda está en un estado de forma apabullante, ofreciéndonos un magnífico Hard Rock cercano al Heavy Metal en muchos de sus pasajes y con un buen toque sleaze presente en casi todos los temas.

Son doce canciones compactas y bien construidos, intensas y muy pegadizas en sus coros, que completan un disco sin altibajos en el que es difícil resaltar temas porque todos rinden a un nivel muy alto. No obstante y para que tú, inquieto internauta asiduo a este blog, las tengas en cuenta, te diré que mis preferidas son Just in case, Fallin’ apart, Breakin’ free y la preciosa Pvt ledbetter, aunque, repito, el disco es buenísimo en su totalidad y se escucha gustosamente de un tirón. Es de esos trabajos que delatan a una banda con experiencia y magníficas maneras de hacer las cosas y que ha servido, en mi caso, para hacerles justicia y ponerme en la pista de su discografía. Aunque lo primero es lo primero y ahora lo que procede es poner algún vídeo. Ahí van dos en los que interpretan, con las huellas de la veteranía y los excesos surcando sus rostros, los temas Breakin’ Free y Fallin’ Apart. Con vosotros, los buenísimos Tesla, esta vez a tope de energía eléctrica.




14 de febrero de 2010

VideoLink: De fanatismos y estupideces

Siguiendo la estela del último vídeolink subido, enlazo con éste a una clarificadora muestra de cómo un fanático religioso aprovecha cualquier ocasión, por dramática que sea, para arrimar el ascua -léase desesperación humana- a su sardina -léase conjunto de absurdeces de creencia obligatoria para todos aquellos con aspiraciones de sentarse a la diestra del Altísimo.
Pat Robertson es un viejito de aspecto venerable y simpático al que, cada vez que abre la boca, se le llegan a entender algunas llamativas expresiones, entre todo esé cúmulo de palabras llenas de retórica pero vacías de contenido que suelen utilizar aquellos que no tienen otro horizonte que el religioso. Pacto con el diablo, castigo divino, conspiración judeo masónica... todo un repertorio de sandeces irracionales fruto de la conexión full time que el iluminado Pat Robertson parece tener con el Todopoderoso. Sorprende un poco, dada la clara separación que allá existe entre religión y asuntos de estado, conocer que este tipo pudo ser presidente del país más poderoso del mundo hace un par de décadas. O quizá no sorprenda tanto, si recordamos las continuas referencias de George W. Bush al mandato divino de ir a matar irakíes inocentes.

Ya tienen los familiares de las 200.000 víctimas de la catástrofe la respuesta a sus constantes por qués -por qué a mis hijos, por qué a nosotros-. Un dios lleno de amor y benevolencia que se ha limitado a pasarles factura.

Simplemente A-BE-RRAN-TE.


12 de febrero de 2010

Un libro: Gomorra (2007)

7/10

Vedi Napoli et poi mori (ver Nápoles y después morir) es un dicho atribuido a Goethe. Aunque en honor a la verdad no sé el sentido que el alemán le quiso dar a tal aseveración, después de la lectura del libro que nos ocupa me queda claro que la relación entre esa zona del sur de Italia y el hecho de morirse queda más que justificada, y no precisamente debido a una sobredosis de limoncelo.

Recuerdo un viaje a Italia hace unos años, y el paso fugaz por esta ciudad de camino a Pompeya, Capri y otros lugares más o menos cercanos. Recuerdo también que lo poco que vi no me causó precisamente una grata impresión, ni muchos menos. Hablar de suciedad acumulada, monumentos y edificios descuidados y sensación de caos generalizado bien pudiera servir para hacerse una idea de la negativa sensación que, sobre esa parte del mundo, me traje de vuelta en una gira por Italia donde todo lo demás fue maravilloso. Por si fuera poco, la guía que nos acompañaba, que allá donde íbamos nos advertía de la necesidad de no descuidar las mochilas, bolsos, etc., al llegar nos dijo que en Nápoles tendríamos que prestar atención a algo más que nuestras carteras: no debíamos abandonar el grupo de turistas bajo ningún concepto, porque corría peligro nuestra integridad física.

Pero bueno, como casi todo en esta vida merece el beneficio de la duda, tengo que decir que en realidad vi muy poco de Nápoles. Apenas dimos una vuelta por el centro para, posteriormente, dirigirnos al puerto y que un ferry nos acercara a la isla de Capri –donde por cierto me comí el mejor helado de mi vida-, lejos de los supuestos peligros de una ciudad que, seguro, tiene numerosos encantos que ofrecer al visitante. No puede ser de otra forma, siendo como es la cuna de la pizza napolitana, idóneo manjar para llenar la falta de ideas culinarias de un día sin plan de comida.

Y a todo esto, que se me va la pinza viajera, pasamos a comentar este libro que nos habla, de una forma muy documental, de los tejes y manejes de la Camorra, que no es otra cosa que el crimen organizado del sur de Italia, con centro precisamente en Nápoles, pero con mogollón de poblaciones periféricas donde el fenómeno mafioso campa a sus anchas. Mira tú por donde, gracias a Gomorra, me he enterado de las diferentes denominaciones que reciben los diferentes “credos” mafiosos según las regiones donde se asientan. Así, entre otras, la Camorra sería la mafia de la Campania, región de la que Nápoles es capital; la Cosa Nostra la encontramos en Sicilia y la ‘Ndrangheta es el término utilizado para identificar al crimen organizado en la región de Calabria, la punta de la bota que forma la península italiana. El autor, Roberto Saviano, es un napolitano que ha plasmado en forma de libro toda la información sobre la Camorra que ha podido recopilar durante años de investigación y estudio, y que previamente había publicitado en forma de reportajes y artículos. Tal es su conocimiento del tema y tan detallados y escabrosos los pormenores que narra que, tras la publicación de Gomorra, el hombre ha tenido que salir pitando de Nápoles y está permanentemente escoltado ya que, según dice él mismo, “la Camorra tiene una memoria larguísima y es capaz de una paciencia infinita. No hay duda ninguna: seguro que me lo harán pagar; el problema es que no sé cuándo y dónde.”

Página a página, Saviano va desvelando las claves que hacen de aquellas organizaciones poderosos entes bajo los que se confina una masa de afiliados de toda índole, la mayoría de ellos con un denominador común: la falta de perspectiva y de oportunidades. Siendo como es el sur de Italia una zona donde el desempleo y la economía sumergida están a la orden del día, no es de extrañar que la juventud tenga clara la forma de huir de tanta desesperanza. No hay mejores palabras para expresar esta cuestión que las que utiliza el autor. Roberto Saviano dixit:

“¿Por qué caer en la depresión buscando un trabajo que sólo da para malvivir? ¿Por qué acabar contestando al teléfono en un empleo a tiempo parcial? Hacerse empresario. Pero de verdad. Capaz de comerciar con todo y de hacer negocios hasta con la nada… Ser el centro de toda acción, de todo poder. Usarlo todo como medio y a sí mismos como fin. Los que dicen que es amoral, que no puede haber vida sin ética… son sólo los que no han conseguido mandar, los que han sido derrotados por el mercado. La ética es el límite del perdedor, la protección del derrotado, la justificación moral para aquellos que no han conseguido jugárselo todo y ganarlo todo.”

Y así es como la inmensa maquinaria mafiosa siempre dispone de material humano con el que hacer rodar sus siniestros engranajes y llevar a cabo su incesante actividad, que abarca desde el mercado negro de ropa de marca, al tráfico internacional de drogas y armas, pasando por la extorsión directa a empresarios o el vertido ilegal de residuos tóxicos. La mugre y la podredumbre salpican todo el sur de Italia, y raro es el habitante de esa región que –directa o indirectamente- no ha tenido contactos con la Camorra. Policías, jueces, políticos… todos los estamentos del país se han visto alguna vez implicados en escándalos de colaboración con los mafiosos. Anonadado me dejan estas palabras del autor, que dejan ver muy a las claras la influencia del fenómeno mafioso en la política local:

“…la Campania ha batido el récord de ayuntamientos investigados por infiltración de la Camorra. Desde 1991 hasta ahora han sido disueltos nada menos que setenta y un ayuntamientos… Un número elevadísimo, que supera con creces los disueltos en las demás regiones italianas… Tan solo nueve de noventa y dos ayuntamientos de la provincia de Nápoles no han sido nunca objeto de intervenciones, investigaciones y auditorías.”

En fin, que el panorama que pinta el bueno de Roberto Saviano es chungo en grado sumo, y es precisamente en la descripción de la brutalidad que gastan los clanes donde se halla el principal activo de Gomorra, una vez despierto ese diablito morboso que tod@s llevamos dentro. Tiros en la nuca, cuando no despiadados acribillamientos en plena calle, degollamientos, enterramientos con la víctima todavía viva, introducción de cuerpos en ácido para hacerlos desaparecer…, toda una gama de recursos bestiales con el objetivo de hacer pagar cualquier delación o deslealtad al clan.

Gomorra es, en fin, un interesante trabajo que abre los ojos del lector a una realidad de la que, generalmente, apenas se conoce lo que nos cuenta el cine y alguna noticia aislada que nos llega de vez en cuando. El problema es que se trata de un inmenso desfile de datos sobre el fenómeno, con profusión de descripciones de ejecuciones y ajustes de cuentas que empiezan impactando pero terminan cansando un poco. Aun reconociendo el gran documento al que el autor ha dado forma, tengo que decir que algunos capítulos me han resultado un poco espesos. Por cierto, la película que sobre este libro se ha rodado es bastante mala.