20 de octubre de 2011

Un disco: Origen - Fatum (2010)

8,5 / 10

Abandonamos las inhóspitas tierras danesas y nos adentramos ahora en la no menos indómita Sanlúcar de Barrameda. Allí, oculta tras las espesas brumas que forma el Guadalquivir al verter sus aguas al Atlántico (¿o será más bien el vapor de los cocederos de marisco que allá tanto abundan? Mierda!! ya se me escapó el topicazo), una majestuosa ave despliega sus negras alas y, con la altivez y el orgullo de haberse liberado de lastres y ataduras y haber superado mil obstáculos, pone rumbo a su Destino, que no es otro que su propio Origen.

Pero dejemos a un lado petulantes comentarios y vayamos con las presentaciones. Fatum (así se dice Destino en latín) son una banda oriunda de la mencionada –y hermosa- población gaditana. A base de mucho trabajo, ímprobos esfuerzos, e inasequibles al desaliento y a lo complicado del negocio musical, el grupo
–movimientos de componentes mediante- ha grabado hasta ahora tres álbumes: Fatum, de hace ya una década y que no he tenido el placer de escuchar; Roto (2006), interesante trabajo en el que dejaron ver las magníficas ideas que se manejan en el seno del grupo, y finalmente, este Origen (2010), que para mí que marca la dirección definitiva que el grupo va a tomar en adelante, y que personalmente encuentro acertadísima.

Porque Origen es un brillante disco de metal que rebosa actualidad por todos y cada uno de sus surcos (imaginemos por un momento que es un vinilo para que no se me arruine la frase, venga). Metal pesado y vibrante a la vez, con un estilo muy personal y difícil de encuadrar en las etiquetas al uso que todos conocemos. Esto me gustaría dejarlo claro: No exentos, como es lógico, de las inevitables influencias, la impronta marcada en cada uno de sus cortes propicia un sonido con el que me resulta complicado establecer comparaciones, ya sabéis, el típico “suenan mucho a…” que podríamos aplicar a tantas y tantas bandas. Este hecho, por mucho que las bandas con un marcado sello propio también sean legión, supone de por sí un mérito enorme.

Entrando a saco a destripar el disco, oímos de inicio un brevísimo sampler que evoca a las maquinitas mata-marcianos de antaño y que antecede fugazmente a Tres estrellas, tema que abre el disco y que inspira el primer vídeo promocional de Origen. Aquí tenemos un avance de lo que vamos a disfrutar en adelante: riffs poderosos y profundos que, percutiendo una y otra vez tus tímpanos, mantienen elevadas dosis de caña pero también de absoluto control de la situación. Con un adictivo estribillo de esperanzador mensaje, Tres estrellas posee, además, la vena comercial necesaria para llegar un poco más allá. No es esto de la comercialidad algo que esté presente en la mayoría del resto de temas, cosa de la que me alegro, y mucho. Ya sabemos que, al igual que el sueño de la razón produce monstruos, la desaforada búsqueda del éxito musical produce redondos y relucientes truños. Así, temas como Metamorfosis, Falso placebo, Siluetas en el suelo o Evolución artificial poseen la suficiente carga underground como para mantener al grupo fuera del siempre resbaladizo y comprometedor terreno del mainstream.

Y hablando de mantenerse fuera de las horterizadas listas de éxitos, el tema TV sería el máximo exponente: el control se torna de repente en tralla desenfrenada y convulsiva para entrar cortando cuellos contra toda esa televisiva basura del corazón que alimenta morbos y zombifica mentes. La música, la letra, el concepto y su grito de guerra (“son solo escoria y mierdaaaa!!!"), convierten a TV en el tema favorito de este humilde bloguero. Pero hay más. Podríamos considerar a Solo como la balada, el tema lento del disco. Así es, y muy bueno por cierto, con ese toque desesperanzado y pesimista de temas imprescindibles, como el Fade to black de Metallica, con el que le veo cierta semejanza. Títeres sería el otro tema “comercial” de Origen, con estribillo también pegadizo y difícil de olvidar. Su inicio de teclados pelín gótico, seguido de riff machacón me recuerdan mucho a los Cradle Of Filth más accesibles –ahí empiezan y acaban las semejanzas con los blackmetaleros británicos, que nadie se confunda-. Casi cerrando el disco, Derecho a olvidar es un magnífico tema con puntito progresivo y un comienzo que, sin saber muy bien por qué, me lleva a Dream Theater. Está claro que, como decía antes, las influencias son inevitables. Como último tema queda Legado final, para mí un poco por debajo del resto de composiciones.

Cierro esta crítica deseando a Fatum toda la suerte del mundo y trasladándoles mi reconocimiento ante el inmenso esfuerzo que realizan por mantener vivo su sueño. Por lo pronto, e independientemente de cifras de ventas o aceptación popular, han creado un magnífico disco con el que demuestran la madurez que han alcanzado. Habrá que seguirles la pista, puesto que están en plena pole position para el gran salto, que puede llegar en cualquier momento en forma de hit, abriendo conciertos para una gran banda o enganchando una buena serie de actuaciones que haga llegar su magnífico sonido si no a la gran masa, sí a la peña siempre presta a llevarse a los oídos un poco de buen metal. Y si hay que currárselo otros diez años, pues palante. No puede ser de otra forma si la lejana luz de Tres estrellas señala el camino a seguir.



http://www.fatum.info/





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