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Sólo hay que echar un ligero vistazo a las últimas (y escasas) entradas del blog para comprobar el tiempo que hace que no subo reseñas sobre películas. La vagancia general que me atenaza se acentúa en lo que a críticas cinematográficas se refiere. No quiero decir con esto que vaya a dejar de publicar entradas al respecto, pero creo que éstas se producirán sobre todo en el caso de películas que tengan algún aspecto que las haga, digamos, diferente, y que por alguna razón me hallan dejado huella. Por lo pronto es hora de criticar, en el sentido más negativo del término, este Secreto venido a menos.
Hace unos meses recaló en casa, en forma de regalo cumpleañero, un librito de singulares proporciones y atractiva portada al que, francamente, le presté poca atención. No obstante, un par de ojeadas sirvieron para entrever que el tema principal del libro era algo así como que todo aquello que quieras lo obtendrás pensando intensa y repetidamente en que realmente lo consigues. El alentador fenómeno estaba relacionado con lo que en el libro se denominaba Ley de la Atracción, que viene a decir que lo semejante atrae a lo semejante; que el Universo te da lo que tú le pides. La cosa no pasó de ahí, y el pequeño volumen andará perdido en algún cajón o estantería, sin que haya recibido el más mínimo crédito de su propietario. No pasó mucho tiempo hasta que me enteré de que había una película basada en el libro (luego resultó que fue primero la peli y luego el libro), excelente oportunidad, pensé, para profundizar en el tema sin perder el tiempo que hubiera empleado en la lectura. El emule hizo el resto. No pretendo fomentar el pirateo, pero en este caso la descarga ilegal, fraudulenta y descarada de este producto está más que justificada.
La cosa esta tiene formato, dicen, de documental, y comienza con el relato de una mujer, la autora de lo que luego fue el libro, abatida por diversos y graves problemas. Sin explicar muy bien cómo –cosa muy común a lo largo del documental- llega hasta ella El Secreto, que no es otra cosa sino la capacidad que tenemos de atraer hacia nosotros todas las cosas que anhelamos, dejando atrás todo lo que nos perjudica. Pero no creáis que se refieren a esos pensamientos o sensaciones negativas que a veces oscurecen y condicionan nuestras vidas. Parece ser que, siguiendo este método, también conseguirás todas aquellas cosas materiales que desees, porque una de las máximas de El Secreto es que los pensamientos se convierten en cosas. Si tienes un deseo irrefrenable de tener un Ferrari, puedes conseguirlo pensando que ya lo tienes, imaginando que lo conduces y viviendo a tope esa sensación. Por muy lejos que esté de tu alcance, el Ferrari acabará en tu garaje.
Este secreto, según la película, ha sido siempre del conocimiento de grandes personajes a lo largo de la Historia. A él se refirieron, y de él se sirvieron, gente como Platón, Descartes, Beethoven, Benjamín Franklin, Einstein y hasta la Madre Teresa de Calcuta. Y ha sido siempre también motivo de codicia por parte de los poderosos, que vieron en él el instrumento para realizar sus espurias maquinaciones –dominar el mundo y todo eso, amén de ser los únicos en poseer la provechosa sabiduría-. Podemos ver al principio del documental a los “buenos” intentando esconder El Secreto para que no caiga en tan innobles manos. Gracias a sus denodados esfuerzos, El Secreto llega ahora a nosotros, beneficiarios actuales de este saber oculto durante siglos y que nos liberará de todo mal y toda carencia. En el documental van apareciendo diversos profesionales –médicos, escritores, metafísicos, físicos cuánticos, visionarios (?)...- que mirando a la cámara van explicando los pormenores del milenario legado.
Ni que decir tiene que la cosa alcanza unos niveles de poca vergüenza, charlatanería e irracionalidad como nunca había visto antes. Se trata de lo de siempre: un planteamiento absurdo e incongruente que no hay por donde coger, pero que –y bien lo saben los perpetradores de este engendro- siempre encuentra seguidores que aseguran que “a mí me funciona”. En realidad ni siquiera se trata de un documental, sino que tiene más bien la apariencia de esos programas comerciales que ponen en la tele de madrugada, en los que actores contratados te hablan de las maravillas del último aparato para tener unos abdominales impresionantes o un pene más largo. Juro que llegué a creer que se trataba de una parodia sobre temas esotéricos, tal era la desfachatez que me transmitía esta basura. Pero no. Llegan a afirmar que siguiendo este método te puedes curar un cáncer terminal o cualquier otro mal extremo, lo que ya supone traspasar claramente la línea de lo permisible, porque una cosa es que los problemas y dificultades que nos da la vida se aborden mejor desde una perspectiva positiva y un buen estado de ánimo, y otra presentar este dislate como remedio para enfermedades devastadoras.
Esta película y su secuela literaria tuvieron un relativo éxito de difusión, y por supuesto de ventas. Y hablando precisamente de ventas, mientras te haces rico a la carta puedes visitar la web de esta descarada operación de marketing e ir adquiriendo artículos que facilitarán tu acceso al éxito y a la abundancia: cursos y libros de autoayuda, ionizadores de aire, productos de belleza y salud... toda una gama de cosas inservibles en las que te puedes dejar un número respetable de Euros. Eso sí, multiplica esos Euros despilfarrados por 100.000, piensa intensamente en ellos y en poco tiempo los tendrás ingresados en tu banco. No falla.
Por supuesto, paso de facilitar enlaces y de poner vídeos. Que les den... Mi único objetivo con esta crítica era poner verde este impresentable y vomitivo producto.
Y ahora, espero que el Universo no se mosquee conmigo.
Sólo hay que echar un ligero vistazo a las últimas (y escasas) entradas del blog para comprobar el tiempo que hace que no subo reseñas sobre películas. La vagancia general que me atenaza se acentúa en lo que a críticas cinematográficas se refiere. No quiero decir con esto que vaya a dejar de publicar entradas al respecto, pero creo que éstas se producirán sobre todo en el caso de películas que tengan algún aspecto que las haga, digamos, diferente, y que por alguna razón me hallan dejado huella. Por lo pronto es hora de criticar, en el sentido más negativo del término, este Secreto venido a menos.
Hace unos meses recaló en casa, en forma de regalo cumpleañero, un librito de singulares proporciones y atractiva portada al que, francamente, le presté poca atención. No obstante, un par de ojeadas sirvieron para entrever que el tema principal del libro era algo así como que todo aquello que quieras lo obtendrás pensando intensa y repetidamente en que realmente lo consigues. El alentador fenómeno estaba relacionado con lo que en el libro se denominaba Ley de la Atracción, que viene a decir que lo semejante atrae a lo semejante; que el Universo te da lo que tú le pides. La cosa no pasó de ahí, y el pequeño volumen andará perdido en algún cajón o estantería, sin que haya recibido el más mínimo crédito de su propietario. No pasó mucho tiempo hasta que me enteré de que había una película basada en el libro (luego resultó que fue primero la peli y luego el libro), excelente oportunidad, pensé, para profundizar en el tema sin perder el tiempo que hubiera empleado en la lectura. El emule hizo el resto. No pretendo fomentar el pirateo, pero en este caso la descarga ilegal, fraudulenta y descarada de este producto está más que justificada.
La cosa esta tiene formato, dicen, de documental, y comienza con el relato de una mujer, la autora de lo que luego fue el libro, abatida por diversos y graves problemas. Sin explicar muy bien cómo –cosa muy común a lo largo del documental- llega hasta ella El Secreto, que no es otra cosa sino la capacidad que tenemos de atraer hacia nosotros todas las cosas que anhelamos, dejando atrás todo lo que nos perjudica. Pero no creáis que se refieren a esos pensamientos o sensaciones negativas que a veces oscurecen y condicionan nuestras vidas. Parece ser que, siguiendo este método, también conseguirás todas aquellas cosas materiales que desees, porque una de las máximas de El Secreto es que los pensamientos se convierten en cosas. Si tienes un deseo irrefrenable de tener un Ferrari, puedes conseguirlo pensando que ya lo tienes, imaginando que lo conduces y viviendo a tope esa sensación. Por muy lejos que esté de tu alcance, el Ferrari acabará en tu garaje.
Este secreto, según la película, ha sido siempre del conocimiento de grandes personajes a lo largo de la Historia. A él se refirieron, y de él se sirvieron, gente como Platón, Descartes, Beethoven, Benjamín Franklin, Einstein y hasta la Madre Teresa de Calcuta. Y ha sido siempre también motivo de codicia por parte de los poderosos, que vieron en él el instrumento para realizar sus espurias maquinaciones –dominar el mundo y todo eso, amén de ser los únicos en poseer la provechosa sabiduría-. Podemos ver al principio del documental a los “buenos” intentando esconder El Secreto para que no caiga en tan innobles manos. Gracias a sus denodados esfuerzos, El Secreto llega ahora a nosotros, beneficiarios actuales de este saber oculto durante siglos y que nos liberará de todo mal y toda carencia. En el documental van apareciendo diversos profesionales –médicos, escritores, metafísicos, físicos cuánticos, visionarios (?)...- que mirando a la cámara van explicando los pormenores del milenario legado.
Ni que decir tiene que la cosa alcanza unos niveles de poca vergüenza, charlatanería e irracionalidad como nunca había visto antes. Se trata de lo de siempre: un planteamiento absurdo e incongruente que no hay por donde coger, pero que –y bien lo saben los perpetradores de este engendro- siempre encuentra seguidores que aseguran que “a mí me funciona”. En realidad ni siquiera se trata de un documental, sino que tiene más bien la apariencia de esos programas comerciales que ponen en la tele de madrugada, en los que actores contratados te hablan de las maravillas del último aparato para tener unos abdominales impresionantes o un pene más largo. Juro que llegué a creer que se trataba de una parodia sobre temas esotéricos, tal era la desfachatez que me transmitía esta basura. Pero no. Llegan a afirmar que siguiendo este método te puedes curar un cáncer terminal o cualquier otro mal extremo, lo que ya supone traspasar claramente la línea de lo permisible, porque una cosa es que los problemas y dificultades que nos da la vida se aborden mejor desde una perspectiva positiva y un buen estado de ánimo, y otra presentar este dislate como remedio para enfermedades devastadoras.
Esta película y su secuela literaria tuvieron un relativo éxito de difusión, y por supuesto de ventas. Y hablando precisamente de ventas, mientras te haces rico a la carta puedes visitar la web de esta descarada operación de marketing e ir adquiriendo artículos que facilitarán tu acceso al éxito y a la abundancia: cursos y libros de autoayuda, ionizadores de aire, productos de belleza y salud... toda una gama de cosas inservibles en las que te puedes dejar un número respetable de Euros. Eso sí, multiplica esos Euros despilfarrados por 100.000, piensa intensamente en ellos y en poco tiempo los tendrás ingresados en tu banco. No falla.
Por supuesto, paso de facilitar enlaces y de poner vídeos. Que les den... Mi único objetivo con esta crítica era poner verde este impresentable y vomitivo producto.
Y ahora, espero que el Universo no se mosquee conmigo.
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