Definitivamente, los Estados Unidos de América es una singular nación. El país más poderoso del mundo, la tierra de las oportunidades, bastión inexpugnable de la democracia... y según muchos, el estado elegido por Dios, aunque habría que preguntarse qué forma de dios, dados los muchos credos que allá existen, y que sólo en el ámbito cristiano cuenta con numerosas variantes: católicos, luteranos, episcopalianos, anabaptistas, presbiterianos...
Frente a la, al menos en apariencia, diversidad y multiculturalidad de las grandes urbes donde se puede decir que hay de todo, existe también el severo semblante de
Este vídeo es una buena muestra de esos oscuros Estados Unidos. Según revelación directa de la mismísima Wikipedia, Jesus Camp es “un documental de 2006 sobre un campamento de verano Pentecostal/Carismático –ahí va otro curioso credo religioso- para niños que pasan sus veranos aprendiendo y practicando sus dones proféticos, y a los que se les enseña que ellos pueden devolver a América a Cristo.”
Niños en pleno éxtasis religioso, que entre lágrimas y convulsiones levantan el puño clamando por el León de Judá; adoctrinamiento brutal –“esto significa guerra”, exclama una y otra vez una de las jerifaltes- en aras de dar forma a una generación fanática y excluyente; lavados de cerebro masivos para alimentar la alimaña del fundamentalismo más radical, tanto religioso como político, porque ahí están las cabezas “pensantes” animando a los críos a bendecir –en este caso, un mero eufemismo de adorar- una imagen de Bush. El objetivo: meternos a su dios hasta nuestras médulas; convertir a la humanidad en una masa zombificada que solo atienda lo que dicen sus sagradas escrituras.
A modo de clarificadora muestra he subido la sexta parte del documental, que se encuentra disponible íntegramente en You Tube, pero conviene verlo en su totalidad, ya que las perlas están repartidas por todos los capítulos. En uno de ellos le dicen a los críos que Harry Potter es un mago y que, como tal, el dios del Antiguo Testamento lo hubiera matado.
Como diría aquel de la boina y el bastón: ¡vaya panda de venaos!