3 de septiembre de 2009

VídeoLink: ¡é oíto, alolo!..

...que traducido resulta, en el idioma de los adultos, ¡qué bonito, Manolo! Me lo dijo mi sobrinita cuando, el otro día, jugaba con unos cromos de La Cenicienta que le había comprado. Ni que decir tiene que el subidón emotivo, aparte de las risas, fue inmediato. Se me vino a la cabeza cuando ví esta pequeña maravilla.

Cloudy es su título, aunque en otros sitios viene como Partly Cloudy (parcialmente nublado), y se trata de un pequeño corto que se está emitiendo previamente a Up, la última entrega de esa fábrica de magia que es Pixar. ¡Preparad vuestras risas y lagrimitas!

(Le salen enlaces publicitarios en la parte de abajo. Estamos haciendo un concurso para ver quién los cierra antes.)

2 de septiembre de 2009

Un libro: Historia del Tiempo - Stephen Hawking (1988)

7/10

Supongo que a estas alturas todo el mundo conoce a Stephen Hawking, aunque solo sea por las dramáticas circunstancias relacionadas con su salud. Incrustado en una silla de ruedas, cada vez más esquelético y comunicándose a través de un ordenador que convierte en mecánica voz lo que escribe con los tres únicos dedos que puede mover. Son las consecuencias de una caprichosa y cruel jugarreta del destino, en forma de terrible enfermedad (Esclerosis lateral amiotrófica), que ataca al sistema neuromuscular, degenerándolo progresivamente y, la mayoría de las veces, acabando con la vida de la desafortunada víctima. Digo cruel porque, por si fuera poco, este mal no ataca las capacidades mentales de quien la padece, con lo que el enfermo permanece totalmente consciente de todo lo que le ocurre; y caprichosa, porque en el caso de S. Hawking ha dejado indemne, por el momento, una de las mentes más preclaras y fascinantes que se han dado en la humanidad. Y es precisamente esa paradójica circunstancia, en la que una mente maravillosa se aloja en un organismo prácticamente muerto, lo que hace de Hawking una singularidad tan fascinante como las que describe en esta su obra, Historia del tiempo (si pulsas aquí, la puedes leer online).

Tengo que empezar diciendo que, siendo las calificaciones que adjudico a lo comentado en este blog subjetivas a más no poder, la que otorgo a Historia del tiempo podría haber sido sustituida fácilmente por un interrogante, y me explico. Dar nota a un libro de esta índole, del que habré entendido no más de un 40 por ciento y del que uno no tiene los elementos de juicio para siquiera tener una opinión formada sobre lo que ha leído, es complicado. No se utiliza una elegante y cautivadora forma de escribir, aunque ésta sí es correcta y eficaz; no se habla de cosas que el lector medio pueda no ya asumir fácilmente, sino siquiera imaginar, pero no creo que se puedan explicar mejor; no proporciona datos que se puedan comparar con conocimientos propios, en este caso los míos, por otra parte inexistentes. Aunque no por ello los temas que trata no sean fascinantes -¡nada puede serlo más!-, como consecuencia de todo esto, la lectura de Historia del tiempo me ha resultado en parte desapasionada y un pelín decepcionante, porque, al menos en mi caso –y no tengo ningún reparo en reconocerlo-, el objetivo que se marcó el autor con su publicación, y que ahora comentaré, solo se materializa en un pequeño porcentaje.

Al inicio de la obra, entre agradecimientos y comentarios sobre las circunstancias que rodearon a su publicación, el autor refiere el motor principal que le movió a escribirlo –cruel comentario, por cierto-: ciertas cuestiones de interés para toda la humanidad -¿de dónde viene el universo? ¿cómo y por qué empezó? ¿tendrá un final, y, en caso afirmativo, cómo será?...

“...Pero la ciencia moderna se ha hecho tan técnica que sólo un pequeño número de especialistas son capaces de dominar las matemáticas utilizadas en su descripción. A pesar de ello, las ideas básicas acerca del origen y del destino del universo pueden ser enunciadas sin matemáticas, de tal manera que las personas sin una educación científica las puedan entender...”

Pues le quedo muy agradecido, Mr. Hawking, ya que quien esto escribe resulta ser un verdadero desastre en lo que a números, cálculos, fórmulas y ecuaciones se refiere. Soy de letras, o mejor dicho, lo hubiera sido si el destino me hubiera hecho transitar por senderos universitarios, lo cual sólo se produjo en una pequeñísima dosis, por supuesto orientada a Humanidades, de lo cual el destino no tiene ninguna culpa, por cierto.

Con todo, reitero la gran dificultad que he tenido para siquiera atisbar el entendimiento de muchos de los conceptos que aquí se tratan. La física cuántica, el principio de incertidumbre, los sucesos dentro de un agujero negro… y la relación de todos esos conceptos con el origen y el final del Universo. No obstante, la parte “entendible” me ha servido para adquirir nuevos conocimientos y revisar aspectos que ya había tocado con anterioridad: la formación de las estrellas, su final en forma de agujero negro, la expansión del Universo, el Big Bang…, en realidad lo más facilito de asimilar. Además, y como último indicio sobre mis limitaciones en cuanto a lo que aquí se trata, comentar que llevaba con este libro en la estantería un montón de años, de donde salió para un par de intentos de lectura y donde volvió al poco tiempo, por las razones ya comentadas. Así que, aunque haya tardado un año-luz, puedo proclamar orgulloso que ¡al fin! terminé Historia del tiempo de Stephen Hawking